Los tulenses debemos sentirnos satisfechos por la puesta en marcha de un proyecto largamente acariciado para atender fundamentalmente al turismo, cuyo formato se tiene en las grandes capitales de México y del mundo: recorrer en autobús los puntos más emblemáticos de la ciudad. El turibús pues.
Tal vez el proyecto tiene 20 años de platicarse y con la vocación turística que tiene la ciudad, cuyo punto más importante en este rubro es la Zona Arqueológica (ZA) con sus ruinas toltecas como testigos de una de las culturas más importantes del México precolombino. Y bueno se trata de buscar otros atractivos para completar el recorrido y Tula sí los tiene.
Para lograr el objetivo el alcalde Gadoth Tapia se alió con la empresa del transporte público que atiende esta zona. Se sabe que ellos pusieron la unidad vehicular, el chofer y el combustible, mientras que el municipio aporta el guía de turistas, mientras que INAH otorga las facilidades necesarias para que se cumplan los objetivos.
Quien esto escribe tan dado a los paseos, se trataba de conocer y vivir la experiencia del turibús y con la familia no perdimos ocasión el domingo reciente en la salida de las dos de la tarde. La parada de la unidad en la calle de la prolongación Zaragoza, casi frente a la Plaza de las Artesanías. El vehículo con el rojo tradicional, de dos pisos, el de arriba totalmente descubierto para unos 60 pasajeros en total.
De su punto de salida tomamos por Leandro Valle, la calzada Melchor Ocampo y el puente Métlac a la izquierda para tomar rumbo a Tlahuelilpan para desviarnos hacia la Zona Arqueológica. Se debe revisar todo el recorrido para desramar y mover el cablerío que sea necesario pues en varios puntos casi le toca la cabeza. Sin perder de vista que es común que el pasajero lleve una sombrilla y con ello el riesgo de un accidente grave con los cables, sobre todo, aumenta.
Ya en la ZA el bus no atraviesa la zona de casetas para llegar al estacionamiento, sino que hace una dificultosa y hasta riesgosa vuelta en “U” utilizando en parte la propia carretera, y de reversa quedar en posición de salida, frente al parián nunca abierto. Lo ideal es que sí llegue al estacionamiento y que cuente allí con un lugar apropiado de paradero. O bien que éste sí sea frente al parián y aprovechar al turista cautivo del bus. Pero sí buscar que la maniobra de vuelta sea dentro del estacionamiento para mayor seguridad.
Nos parece que los dos puntos medulares del recorrido tienen que ser justamente la Plaza de las Artesanías y la ZA. Así la gente que llega a la ciudad pueda abordar la unidad en el centro y la que llegue en su vehículo a ver los Atlantes, se le invite a hacer el recorrido en el bus, dejando para el caso su auto en el estacionamiento de la ZA. Es fundamental para el éxito del proyecto, analizar cómo resolver aquí la cuestión.
El viaje sigue y de la Z A nos vamos a la llamada Zapata II, atravesando la colonia 16 de Enero. Se requiere buscar una alternativa para pasar sin muchas dificultades por la llamada Av. del Tesoro pues es reducida y además muy común encontrar autos estacionados pues hay en la zona varios locales comerciales y de plano si el bus va a dar servicio los sábados, prohibir el paso de los camiones de volteo que por esa ruta están sacando los desechos en los trabajos del río Tula, de encontrarse las maromas y el bus el caos será de pronóstico.
Después de pasar ese tramo, es necesario mostrar al turismo la llamada capilla abierta, cuya importancia resulta de primer orden. Una parada breve sin bajar de la unidad sólo volteando a la derecha, mientras les explican su historia. Metros adelante un tremendo y riesgoso hoyo pegado a la malla que circula la zona y en seguida la puerta sur de entrada a la ZA cuya apertura se ha quedado encantada.
Ya en la Zapata II sería bueno explicar de qué es el puente de las vías que está encima de nosotros. Limpiar la zona que tiene vidrios y otras basuras aquí y allá, y a mediano plazo liberar lo más que se pueda de viviendas que han invadido el lugar, que es exactamente la misma historia de los petrograbados, siguiente punto del recorrido.
Ya en La Malinche es necesario acondicionar un paradero aunque sea en mínimas condiciones de uso al pie de la también llamada Reyna Xóchitl, pues la unidad se debe estacionar en curva sobre la carretera de Tula al occidente y sin espacio suficiente. Daniel, el guía, con Perla la chica que le apoya, haciendo ambos su mejor esfuerzo, él utilizando un sonido que no es muy bueno. Por cierto la vista de la ciudad desde aquí es excelente y el guía debe mostrar los puntos de interés que todos alcanzamos a ver como los cerros del Xicuco y del Magoni, la catedral, la refinería, etc.
Aquí por ejemplo uno de ellos debe ser el primero en bajar para invitar al pasaje a ir subiendo los escalones a los grabados de piedra, agilizan la estadía y evitan que al bajar de la unidad el turista permanezca sobre la cinta asfáltica –por el riego que representa- en lo que bajan todos y comienzan la escalada.
Al dejar La Malinche y atravesar el puente Rosas sería bueno hablar de su historia que es interesante. El viaje continúa y hacer –sin bajar como en la capilla abierta- una parada para explicar un poco de la historia de la vieja estación del ferrocarril que la vemos a nuestra izquierda, qué era y qué es. Aquí corregir el dato, el tren no llegaba a Tijuana, sino a Ciudad Juárez. Mostrarles a la derecha el viejo edifico del cine Lindavista, inmueble que sin duda es parte de nuestra historia reciente.
Por cierto y entre paréntesis, crear en la bien rescatada vieja estación del ferrocarril un espacio para los adultos mayores no nos parece los más adecuado, la zona debe conservar el ambiente de historia , de cultura y hasta como punto de reunión de los ciclistas, pero no para un centro gerontológico, como nos dicen se pretende.
Bueno ya estamos de regreso en el centro de la ciudad, bajamos en el mismo punto de partida y se crea cierta confusión, de los 60 viajeros cuando mucho 20 acompañamos al guía a entrar a la Plaza de las Artesanías, la mayoría de los locales cerrados en una actitud que se debe corregir a la voz de ya. Aquí hay una breve explicación y Daniel nos invita a ir caminando a Catedral a donde llegamos cuando mucho diez personas.
Ya en el imponente templo franciscano una brevísima explicación de no más de cinco minutos, salimos y visita de paso a la Sala Histórica, a la que hay mucho por hacerle para mejorarla y enriquecerla. A unos pasos la explicación del mural “Tula Eterna”, ya muy dañado y tal vez por ello no dicen que su autor es el profesor Juan Pablo Patiño; ahora voltear a ver las letras gigantes de Tula, rápida explicación y fin de recorrido.
Por ahora el traslado y explicación fue sin costo, ya de cobro el usuario exigirá aprovechar mejor los tiempos. Tal vez sea necesario contar cuando menos con dos vehículos, que si son más pequeños pueden ser más prácticos, estratégicamente programadas. Anticipar la compra de boletos, tratar de cumplir puntualmente con los horarios, tomar en cuenta que en Catedral y en la Z A es necesario dejar al grupo en manos de otros guías de turistas, con tiempo y conocimientos suficientes.
Sería bueno contar con un módulo que informe los puntos que se van a visitar y de otros lugares turísticos como el balneario La Cantera (que ellos lo pongan), Los Órganos y a las cascadas en los límites con el Edomex y los lugares tradicionales para comer como el tianguis, el mercado o la enorme gama de restaurantes para todos los bolsillos.
Sin duda hay mucho por hacer, pero el esfuerzo del gobierno municipal aquí está de manifiesto. Buen trabajo de Magda Olguín y su equipo al frente de la dirección de Turismo, mostrando que el presidente municipal no se equivocó al nombrarla.
Por hoy es todo, nos leemos el próximo miércoles, pero…En Confianza. *NI*