Por José Antonio Trejo Rodríguez
Los puestos de periódicos eran el punto de reunión masiva a temprana hora en el Tula de hace medio siglo. Los domingos y los lunes era imposible comprar el Esto, periódico imprescindible para todo amante del mundo de los deportes, sobre todo cuando ganaba el Cruz Azul o algún destacado deportista mexicano obtenía un triunfo, por ejemplo, los boxeadores campeones del mundo que en ese tiempo abundaban: Mantequilla Nápoles, luego Pipino Cuevas y Carlos Palomino, Miguel Canto y Guty Espadas; Jorge Zamora, Carlos Zárate. Icónica la fotografía de la portada del Esto con la fotografía del gran Julio César Chávez portando una boina después de ganar su primer título mundial.
En los años 70, en los Estados Unidos se desarrolló una liga profesional de futbol; uno de los equipos más famosos fue el Cosmos de Nueva York plagado de figuras de antaño a un paso del retiro. Allí estaba el Rey Pelé, Rivelino, Beckenbauer, también un temible goleador de nombre Giorgio Ghigliazza y su tocayo Chinaglia. Por ese tiempo, en 1980, organizaron en Los Ángeles un torneo internacional de clubes, denominado “Los Ángeles Soccer Classic” y allí se presentó la máquina celeste para ganar a los pumas su pase a la final en contra del Cosmos que eliminó a los Aztecas de LA.
El gran gato Marín fue el jugador más valioso del encuentro al detener los embates de la poderosa y temible armada del Cosmos con un empate a un tanto y llegar a la definición del encuentro desde los once pasos, anotaron el chaplin Ceballos, el titino Montoya, Carlos Jara Saguier, falló el peque Rubio, Camacho anotó; por el Cosmos acertaron Chinaglia y el Kaiser, pero el gato Marín atajó el tiro de Carlos Alberto y Romerito estrelló su tiro en el travesaño. La máquina se coronó. Al día siguiente la dotación del Esto resultó insuficiente en el único puesto de Tula el que se vendía, el de don Memín, ubicado en la esquina de Zaragoza e Hidalgo, sobre la banqueta que conduce al jardín.
Mi amiga la Licenciada Luz Griselda Díaz Calva me compartió generosamente que su papá don Miguel Ángel Díaz Valverde era corresponsal para un diario capitalino a cargo de la información generada por el Cruz Azul, razón por la cual acudieron al torneo angelino en familia y allá tuvieron la suerte de encontrarse en la calle con el gran gato Marín. Una fotografía es testigo del relevante hecho. Estoy seguro de que es necesario realizar un reconocimiento para don Miguel Ángel Díaz Valverde, por su aportación a la crónica deportiva, tanto de parte del Club, como de la afición.
Y así era la vida, antes de la digitalización de las publicaciones que ahora tiene desiertos los anaqueles de estos míticos puestos. Hace años, cuando no se alcanzaba el Esto, la opción inmediata era pasar al puesto de Sarita para adquirir el Ovaciones o de ya de perdis el Estadio, un diario publicado a color dirigido por Omar Mendiburu.
Era común ver la llegada de las camionetas repartidoras entregando sus publicaciones; el reparto a los voceadores que recorrían las calles con su diablito haciendo entregas a sus clientes cotidianos, por ello era casi imposible que le vendieran un ejemplar a algún comprador ocasional.
Otras publicaciones sumamente demandadas eran las historietas, ya he escrito que el Kalimán y el Chanoc rompían el récord de ventas en un dos por tres. Sobre todo, cuando el Chanoc regaló estampas plastificadas plegables, llamadas pegolotes, con las figuras de las mascotas de los clubes de futbol de la primera división de México creadas por don Ricardo Salazar Berber. Cuando se puso a la venta el número del Chanoc que contenía la figura del conejo blanco uniformado con short blanco y playera azul con escudo del Cruz Azul, desapareció del puesto de Wilfrido, pues se vendió como si fuera pan caliente ¡La cantidad puesta a la venta no alcanzó para tanta demanda! Vea la entrevista que Alvamarquina le realiza al Maestro Salazar en el museo de la caricatura y conozca su testimonio del incremento de la venta de las publicaciones en las que trabajaba cuando contenían sus creaciones https://artes9.com/el-creador-de-las-mascotas-del-futbol-mexicano-ricardo-salazar-berber/
En este caso la respuesta del público fue tan poderosa que los editores del Chanoc tuvieron que sacar una nueva y quizá más amplia promoción con más pegolotes, pero ya no eran de plástico, eran de papel. Aun así, los seguidores lucharon denodadamente para conseguirlo y afortunadamente mi cuñado Chago me consiguió el mío que, feliz, pegué en la cabecera de mi cama. El Chanoc también regalaba posters de estas mascotas.
Pero si en Tula era complicado comprar el diario favorito de los amantes del mundo deportivo, imagínense mi sorpresa cuando viví un par de años con mi hermano en Morelia. Llegué a uno de los múltiples puestos de periódicos ubicado en la céntrica Avenida Madero y gustoso observé una buena cantidad del Esto y eso que no era tan temprano. Mi alegría se convirtió en desilusión al percatarme que se trataba de la edición del día anterior, pues los periódicos capitalinos llegaban a Morelia a partir de la una de la tarde.
Todavía hace unos 20 años era un mantra llegar temprano al Centro de Tula y revisar los encabezados de los periódicos en los puestos de las güeras Magaña; enterarse de los resultados de la jornada sabatina de futbol y de los triunfos o derrotas del resto de atletas mexicanos en las diferentes disciplinas deportivas. Además, por supuesto, de las notas sobre política y los reportajes que el Proceso publicaba, aunque los lunes era su día oficial de aparición a la venta.
Hoy ninguna publicación está exenta de la digitalización, como por ejemplo la Nueva Imagen, que solo se publica en esa modalidad; ya sea a través de su página en la Internet o en una versión en PDF, ambas gratuitas. Así es la vida y nos adaptamos a los cambios que nunca cesan, solo que a veces no nos damos cuenta, y para ello lo mejor es poner buena cara y mejor sonrisa. *NI*