Por José Antonio Trejo Rodríguez
De manera oportuna Claudia Sheinbaum fijó temas en la agenda de la discusión política en Tula la tarde del pasado lunes. Argumentó que México, al ser la 11ª economía del mundo ha dejado atrás la limpieza de sus ríos. Dijo que conoce la problemática ambiental de Tula, sobre todo del agua del río del mismo nombre. Todos sabemos que es un tema controversial porque fueron las que originaron la inundación de septiembre del 2021. También aludió a la lentitud en las obras que se ejecutan en su ribera.
Desde el primer momento que se supo de su visita, se esperaba que abordara ese tema y ofreciera soluciones. No decepcionó. Con puntualidad fijó su postura, ofreció regresar como presidenta electa y presentar un proyecto que limpie el río Tula y resuelva el problema de la contaminación ambiental.
Esa, la postura de Claudia, es la noticia que más he esperado en medio siglo. La escuché con alegría porque tengo fijo en la memoria cuando de niño acompañaba a mi mamá, a mis hermanas, a mi cuñada, a mis primas, a las vecinas, que iban a lavar ropa en las entonces limpias aguas del río Tula. Los chiquillos aprovechábamos para darnos un chapuzón y había quien de plano se bañaba.
Durante los sábados, domingos y en Semana Santa, las familias tulenses comíamos sentados en los prados verdes a orilla del río Tula, bajo la fresca sombra de los enormes árboles corríamos, jugueteábamos; llevábamos a las borregas y a las vacas a beber agua y a comer pasto ¡Tula era un paraíso! Tal y como lo narra el licenciado Juan de la Torre, miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, en su libro publicado en México en 1888: “Historia y descripción del Ferrocarril Central Mexicano” que puede consultarse en la biblioteca virtual de la Universidad Autónoma de Nuevo León:
“A un lado de la vía, dice un entendido escritor (se refiere Manuel Caballero, autor de “Álbum queretano”), aparece la población de Tula casi literalmente sepultada en un mar ondulante de follaje. Sus hermosísimos y copados fresnos visten perpetuamente un traje de primavera, y refrescan y purifican la atmósfera con sus emanaciones bienhechoras. Indescriptible es la prolongación de esos encantos en toda la extensión del río que bordea el ferrocarril; es preciso ver uno por sí mismo, para comprender su hermosura, aquel paisaje de campos cubiertos de espesos alfalfares, y de siembras de todas clases cultivadas con esmero; aquellas casitas rodeadas de cuadros de amapolas y medio escondidas por las enredaderas; y aquellas murallas interminables de sonantes, frescos y melancólicos álamos, que refrescan sus raíces o bañan sus ramajes en la corriente del río, a cuyas márgenes forman caprichosas grutas, bóvedas deliciosas, arcos fantásticos y prolongadas galerías.”
De golpe y porrazo el paraíso desapareció por ahí de 1976, todavía era la administración de Luis Echeverría. Llegó el agua negra arrasando con la vida acuática del río Tula. Vecinos iban y venían con carretillas rebosantes de pescado envenenado por las fétidas aguas, ofreciéndolo sin encontrar comprador. Las y los habitantes de Jalpa, añorando nuestro paraíso, teníamos la esperanza de que López Portillo, el nuevo Presidente, cambiara la decisión y el río Tula cerrara su cauce al agua negra y volvieran las plácidas tardes, los días de campo a los que íbamos cargando las cubetas de topper con agua de limón, las cacerolas rebosantes de tortas de camarón seco y nopalitos en salsa de chile morita. Eso nunca ocurrió.
La terrible inundación de septiembre del 2021 dio la puntilla a la deteriorada economía del Centro de Tula que, ya bastante estaba deteriorada al venir capoteando la crisis de la pandemia. Pérdidas humanas, cierre de negocios y de servicios básicos: escuelas, clínicas; deterioro de infraestructura y equipamiento público: calles, drenajes, líneas eléctricas, alumbrado público; casas y mobiliario destruidos; crisis sanitaria y económica.
Las estadísticas del último Censo Económico del INEGI mostraron que durante el quinquenio del 2014 al 2019, la economía tulense creció cinco veces más en términos del Valor Agregado Censal Bruto (VACB) que es el equivalente al PIB de los municipios en México, a causa de las inversiones privadas y públicas ¡Eso era una gran noticia! Y eso que el INEGI no considera el VACB de la industria energética y desde el 2019 el INEGI ya tampoco hace públicas las cifras del VACB de la industria cementera. Ya veremos con los datos que arroje el censo económico que, actualmente el INEGI está levantando, cómo se recupera la economía tulense.
Claudia Sheinbaum también habló de plantas potabilizadoras, añeja demanda de las comunidades asentadas en los márgenes de la presa Endhó que, hace medio siglo muchas familias vieron como fuente de distracción y empleo. Mi querida amiga María Espíndola ha narrado en estas páginas las enormes ventas de fruta y agua de coco que su papá don Alejandro Espíndola conseguía los domingos en la presa, repleta de pescadores y veleristas, trabajando y divirtiéndose. ¡Una maravilla!
Una persona le cuestionó sobre la salida del IMSS del centro de Tula; respondió que no se pueden construir hospitales en cada municipio, pero vería la mejora del transporte público hacia allá. Esa es una gran oportunidad de mejorar la movilidad entre los municipios y bienvenido sería el ejemplo de Argentina, en donde recuperan viejos ramales ferroviarios en desuso y ponen a circular ferrobuses para el transporte de personas en trayectos cortos y medios; muy oportuno sobre todo porque junto a la clínica 37 y lo que será el hospital general cruza lo que queda de la vía del ramal AB que va de Tula a Pachuca. Transporte masivo, rápido, moderno y sustentable a la orden de los hidalguenses.
Y hablando de trenes, se refirió al maya, al del istmo de Tehuantepec, al de Buenavista, al AIFA y después a Pachuca y a los proyectos de las nuevas rutas de pasajeros de México a Querétaro y más allá. Entre la vorágine sugerí a gritos que el tren pasajero de México a Querétaro tenga una parada en Tula, ella volteó sonriente entre el tumulto y respondió con un largo “siiiiii”.
Claudia mostró que tiene buen sentido político del tiempo y de los temas para fijar la agenda de discusión de la campaña presidencial en Tula. Me gustaron mucho sus propuestas porque desde hace medio siglo estoy esperando que se limpien las aguas del río Tula para ir a pasear y hacer mis días de campo familiares, llevar mi toper con agua fresca y un lonche, tirarme al pasto bajo la sombra y echarme un chapuzón; desde hace 30 años deseo volver a viajar en tren pasajero al cerro del cubilete y porque no quiero ver a mis seres queridos, ni quiero verme a mí, acudiendo a consultas especializadas hasta Pachuca o a la Ciudad de México, prefiero ir al hospital a Tlaxcoapan y que mejor que fuera en un ferrobús. *NI*