*LOS LOBOS. MEDIO SIGLO.
Por José Antonio Trejo Rodríguez.
“Vamos a ver a Los Lobos, se van a presentar en el cine Ópera, a la vuelta del metro San Cosme”, le comenté a mi amigo Armando Montes de Oca Calvillo, colega economista y entonces compañero de trabajo en la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial. Armando aceptó y conseguimos de inmediato los boletos. Previo al concierto se anunció que la famosa banda de rock, originaria del Este de Los Ángeles, estaba deseosa de reunirse con las bandas mexicanas en su presentación.
Llegado el día acordamos vernos a las afueras del legendario cine, ingresamos y vimos que ya estaban tocando los muñecos de Tex Tex; tomamos asiento en una de las filas de los costados, el aforo estaba quizá al 30% y procedimos a disfrutar de su música. Lalo y sus brothers cerraron su presentación con La Grange, un clásico de ZZ Top. Salimos a tomar una bebida, aprovechando el tiempo en el que los técnicos armaban el escenario de Los Lobos.
En el vestíbulo vimos al WEA, armonicista del Tri; también estaban Kike, Joselo, Emanuel y Rubén que en ese tiempo se hacía llamar “anónimo” de Café Tacuba; todos charlando alegremente, aguardando el inicio de la presentación de la legendaria banda. Se hicieron las llamadas al interior, el concierto estaba por comenzar. En ese momento los acomodadores nos pidieron ocupar nuestros lugares numerados, ya estábamos en butacas muy céntricas, cuando las luces se apagaron.
Se escucharon poderosos los acordes de las guitarras de David y César, retumbó la batería de Louie al compás del bajo de Conrad y los teclados y el sax de Steve interpretando “One time, one night in América”. Los cambios de ritmo de la melodía son maravillosos y nunca pierde potencia; así como comienza, concluye. Enseguida César saludó al público, agradeciendo los aplausos.
Los músicos aprovecharon para cambiar de guitarras y Louie se cruzó una jaranita, comenzaron a tocar música regional mexicana, como en su álbum: “La pistola y el corazón” César invitó al público a pararse de sus butacas e invadir los pasillos para bailar mientras David interpretaba música norteña con su acordeón de botones. Me tocó echar brincos y corear melodías junto a Emanuel, Rubén y Joselo. Al concluir el energético concierto salimos felices a tomar el metro para irnos a casita. Los Lobos habían regresado triunfantes a México después de una ausencia de 6 años.
A principios del siglo se anunció que en el Festival del centro histórico en una noche sabatina se presentarían Los Lobos en el zócalo; pero una noche antes estarían tocando en el legendario Teatro Blanquita y allá fuimos, en primera fila tuvimos oportunidad de pedir melodías, entre ellas “Ahí te dejo en San Antonio”. De nueva cuenta, el rock se escuchó poderoso, inolvidable. Al final del concierto se avisó que ofrecerían una conferencia de prensa tras bambalinas y corriendo acudí, teniendo la oportunidad de saludar a Conrad Lozano quien me autografió mi boleto. La entrevista se realizó sin contratiempos, pudiendo realizarles un par de preguntas sobre sus últimas grabaciones.
Tres años después volvieron a tocar, ahora en un pequeño foro conocido en esa época como el Salón 21. En medio de una lluvia torrencial entramos al recinto para atestiguar que la energía eléctrica se había cortado. La oscuridad no duró mucho y a los pocos minutos ya estábamos frente al escenario junto a “Los pericos”, conocida banda argentina de ska y reggae, disfrutando el concierto al máximo.
En el 2008 se presentaron por primera vez en el Vive Latino y allá voy, feliz de disfrutar de un rock poderoso y puro. Tarde me enteré de su presencia en la edición del 2024 y no pude asistir porque ya no había boletos, pero gocé a través de las plataformas en Internet, la música que sale de las guitarras, la batería, el bajo el sax y los teclados de un grupo de músicos longevos que cumplen medio siglo propagando la buena música. Por cierto, en unos meses se podrá disfrutar de un documental sobre su historia. Por mientras escuchemos y seamos felices con su maravillosa música. *NI*