*Se escribe con “A”.

Por Claudia Patricia Rodríguez Dorantes

Revisando el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (RAE), confirmo que es correcto usar términos como presidentamédicafiscala y capitana, además de palabras más comunes como abogadajueza o doctora. Aunque algunas de estas formas todavía generan controversia, son gramaticalmente válidas y, más importante aún, necesarias. Porque lo que se nombra, existe.

En este contexto, el llamado de la Presidenta de la República a nombrar a las mujeres por los títulos que ocupan no es un capricho, es un acto de visibilidad. Nombrar es reconocer, y reconocer a las mujeres en los roles que desempeñan ayuda a normalizar su presencia en espacios que durante siglos fueron dominados exclusivamente por hombres. Sin embargo, el lenguaje requiere acciones concretas que faciliten el acceso de las mujeres y otros grupos históricamente discriminados a esos espacios.

Un ejemplo de estas acciones son las políticas públicas de discriminación positiva, que buscan corregir desigualdades mediante medidas como las cuotas de género, los programas laborales para mujeres en sectores masculinizados o los apoyos educativos para grupos vulnerables. Estas iniciativas son controvertidas porque, al dar prioridad a ciertos sectores, generan lo que algunos perciben como nuevas desigualdades. Sin embargo, están diseñadas para nivelar la balanza y garantizar que quienes han sido relegados tengan acceso a las mismas oportunidades que los demás.

Aunque estas políticas suelen generar debate —con frases como “se debe priorizar la capacidad antes que el género”“no tiene la experiencia para el puesto”—, es importante entender que la discriminación positiva no pretende crear privilegios, sino garantizar oportunidades para todos. La experiencia y la capacidad no surgen espontáneamente; necesitan acceso a espacios donde puedan desarrollarse, y sin estas medidas, muchos grupos, incluidas las mujeres, seguirían fuera de esos espacios.

El lenguaje y las políticas públicas se complementan en esta tarea de construir una sociedad más justa. Mientras nombrar a las mujeres por sus roles es un acto simbólico que refuerza su existencia en esos espacios, las acciones afirmativas son el vehículo para que esa presencia sea real y sostenible.

No es un tema político; es una realidad social. La igualdad no se da por sí sola, y para alcanzarla es necesario nombrar, priorizar y construir condiciones que aseguren que las oportunidades no sean un privilegio, sino un derecho al alcance de todos.

Si quieres compartir tu opinión, puedes escribirme a: claurodriguezdor@gmail.com

Por Nueva Imagen de Hidalgo

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