En dos horas y media dejamos el Caribe y ahora estamos en Centroamérica, el país del Gran Canal que les da el gentilicio a sus habitantes. Entramos al país por el Aeropuerto Internacional de Tocumen y ya nos espera un serio conductor que tarda tal vez 25 minutos en llevarnos al hotel Best Western Plus y aquí nos mandan hasta el piso 11. Sin problema alguno pues el elevador es rápido y moderno.
Ya casi oscurece, las dos horas de diferencia para con México, aquí se ha reducido a una y son las 6.30 cuando llegamos al restaurante el Trapiche, apenas a unos pasos del hotel. La carta es variada, yo pido una tamal de olla y Gris ropa vieja. 6.95 y 7.95 dólares el costo respectivamente. La comida está de buen sabor. A la hora de que nos entregan el ticket veo al final tres costos de 10, 20 y 30 por ciento más. Es la propina nos aclara el mesero y nos da a escoger. Optamos por la del 10 por ciento.
Hoy es lunes 12 de diciembre en México es fiesta nacional y aquí la fecha no es ajena, pero por mientras pasan por nosotros a las 7.30 de la mañana para el tour programado. Nos dirigimos a las instalaciones del Gran Canal, antes pasamos por dos argentinas que se convierten en nuestras compañeras de este día. Obviamente el tema fue su selección de futbol ya en semifinales en Qatar. ¡Qué envidia!
Las instalaciones del Canal están en manos de los propios panameños desde el primer minuto del año 2000, como consecuencia del tratado firmado entre Carter y Torrijos presidentes de Estados Unidos y Panamá en septiembre de 1977, a través del cual este país recupera la soberanía sobre esta obra orgullo del hombre que une a los océanos Atlántico y Pacífico.
Nuestro bien preparado conductor-guía nos documenta que los trabajos los iniciaron no lo gringos, sino los franceses allá por el año de 1880, sin embargo las enfermedades y los problemas financieros los vencieron y todo quedó en manos de Estados Unidos que lo retomó en 1903 para terminarlo 10 años después.
Son las 8.30 de la mañana y ya estamos pagando nuestros 15 dólares por persona para acceder a la esclusa de Miraflores. Justo a tiempo para ver pasar un enorme crucero del Pacifico en dirección al Atlántico localizado 80 kilómetros adelante, cerca de la ciudad de Colón. En español e inglés la explicación de lo que vemos a través del sonido local.
Todos admiramos como esas enormes embarcaciones van subiendo poco a poco cuando el agua de los lagos artificiales alimentan el canal. Es una especie de escalera de agua. Sube. Recorre varios kilómetros y luego comienza a bajar para llegar al otro océano. En algo que tarde entre ocho y nueve horas en lugar de las dos semanas que significaría dar la vuelta hasta el Cabo de Hornos en Argentina, en el sur del continente americano, nos explican.
Nos informan que por la mañana los barcos van del Pacifico al Atlántico y por las tardes a la inversa. Las jornadas son de 24 horas los 365 días al año. El pago de cuota de cada barco que utiliza en canal es de 138 dólares por persona a bordo o 90 dólares por cada contenedor a bordo de los buques cargueros.
Por varios minutos admiramos el lugar que por supuesto es visitado diariamente por cientos de personas y que se convierte en el principal atractivo de la capital de este país y también en la principal fuente de ingresos para la economía panameña. Se calcula que el paso de barcos de todo tipo generan ingresos por 50 millones de dólares cada día para el país.
De regreso a la parte central de la capital del país, el llamado casco antiguo de Panamá. Recorrimos el barrio del chorrillo. El guía nos indica que es la “zona roja” de la capital y nos invita a no visitarlo y menos caminando. Visitamos la llamada zona Amador. Tres pequeñas islas unidas entre sí con relleno de las miles de toneladas que se sacaron cuando la construcción del Canal.
Acordamos con el guía que nos llevaba al llamado mercado de mariscos. Comimos ricos y a precio accesible: ya solos de ahí decidimos irnos de vuelta al hotel en metro. Subimos en la estación 5 de Mayo y bajamos tres después en la llamada Vía Argentina, apenas a dos o tres cuadras del Best Wester.
Después de un rato de reposo, en un taxi que nos consiguió la administración del hotel nos vamos a misa de 5 de la tarde en la iglesia consagrada a la Virgen de Guadalupe. El lugar está lejos, el tráfico es pesado y eso hace que lleguemos un poco tarde, al grado de ya no poder entrar al recinto.
Casi al terminar la misa logramos ingresar y después de que el párroco agradece la atención del Obispo para ir a oficiar la misa, entra el mariachi con un bonito vestuario en azul y le canta las mañanitas a la virgen de Guadalupe. Interpretan otras piezas mexicanas y el ambiente es cálido y con un toque mexicanos que a nosotros particularmente nos emociona casi hasta las lágrimas.
Termina la ceremonia en el interior pero en el atrio comienzan los fuegos artificiales que presencia el obispo Rafael Valdivieso, tiempo que aprovechamos para acercarnos a él sin problemas. Gentil nos atiende , intercambiamos algunas palabras y nos tomamos la foto con él en medio. Un taxi nos lleva de regreso al hotel por cuatro dólares.
Es martes 13 y es nuestro penúltimo día del viaje programado. Hoy decidimos por nuestra cuenta volver al casco antiguo de Panamá. Sin prisas caminamos, entramos a conocer la catedral en donde nos informan sólo hay misa los domingos. La zona luce bonita y varios edificios en remodelación siguiendo un mismo patrón en colores y estilo.
Conocemos el museo municipal, chiquito pero interesante, la entrada es gratuita. Y a un lado está el museo del Canal. Aquí la entrada es de 15 dólares, pero al mostrar nuestra credencial de adulto mayor, nos cuesta 7.50 el ingreso por cada uno. Gris dice que quiere conocer una zona en donde veamos la vida diaria de los panameños y nos recomiendan visitar el mercado Felipe Neri. Aquí carne de todo tipo, verduras, etc. Muy limpio y modernos, nos comentan que tiene poco que el gobierno local lo remodeló y hoy les cobra renta a los usuarios.
De regreso al hotel, a descansar y listos para mañana que es el día del regreso a México. Bajamos a desayunar y enseguida pasan por nosotros para llevarnos al aeropuerto. Bastante movimiento en el lugar y sin problemas nos embarcamos para salir a nuestra añorada tierra media hora antes del medio día para llegar a la CDMX tres horas después.
Hastalapróxima
Por hoy es todo, nos leemos en la siguiente entrega pero… En Confianza.