Hace pocos días leí un texto cuya autoría no recuerdo, pero me dejó interesantes enseñanzas para comprenderlas y de ser posible practicarlas.
Por ejemplo, para algunos la madurez siempre está determinada por la edad, pero dicen los expertos que no siempre es así. Lo importante es aprender de las experiencias y éstas no necesariamente las vamos a vivir hasta cuando estemos atravesando el umbral de los 60 años o menos o más.
Lo importante siempre – y tal vez sea lo primero- es atenderte y mirar por tu salud y el bienestar. Hay ocasiones que estás tan metido en el trabajo que enfermas, te estresas o generas ansiedad. Es entonces momento de parar y cambiar. Sacrificar tu salud por el trabajo es un precio que nadie debe pagar.
Otro punto para llevar siempre presente es no trabajar sólo por dinero. Sin duda que tenerlo es muy importante, pero nunca debe ser el motor de la toma de decisiones. En el trabajo, si asumimos una tarea sólo por el sueldo que vamos a percibir, pero que la actividad no nos gusta, nunca seremos felices. Debemos anteponer siempre nuestra felicidad, antes que sólo disfrutar de los bienes materiales y económicos.
A veces es importante aprender a decir que no. Para impresionar, para no desilusionar o porque simplemente pensamos que podemos con todo, a todo decimos que sí. Pero ello a veces nos lleva a cargar con infinitas responsabilidades, con tareas imposibles que sólo disminuyen nuestra productividad y al final únicamente nos frustran y nos aumenta el nivel de estrés. Aprender a decir que no es muchas veces necesario y hasta sano.
Nunca será malo o criticable que aprendas de los demás, pues es muy probable que te cruces con alguien que tiene más conocimientos que los tuyos y no pasa nada, no los veas como una amenaza, sino como una oportunidad para aprender de ellos, de sus vivencias y de cómo han resuelto problemas a los que ahora tú te enfrentas.
Es común creer que, al llegar a una edad, aprender deja de ser importante, que ya lo sabemos todo o que ya es muy tarde en nuestra vida para aprender algo diferente. Es mejor rodearse de gente que te ayude a aprender y a mejor desarrollarte personal y laboralmente. Tus niveles de motivación crecerán día a día.
Es sano y provechoso mantenerte activo fuera de tu horario de trabajo. El trabajo no lo es todo en la vida. Es bueno darte tiempo fuera de tu horario laboral para hacer cosas que te gustan y te aportan bienestar. ¿Qué te gusta? Pescar, coser, el deporte, tomarte algo con tus amigos. Son cosas sencillas y agradables que te van a recordar que puedes tener vida más allá del trabajo.
Juega en equipo dice el autor. Cuando los problemas se comparten alcanzan otro relieve. Esto se aplica tanto en tu día a día en el trabajo como fuera de él. Cuando los problemas se comparten, quienes te escuchan casi siempre te van a aportar una visión diferente, que te va a permitir enfrentar estos problemas desde otro ángulo y encontrar pronto una buena solución.
Otro aspecto no menos importante es encontrar el equilibrio entre la vida personal y la laboral. Es normal que el trabajo en sí mismo estresa. Hay momentos en los que habrá que hacer horas extra, sacrificar tiempo personal y hasta vivir situaciones complicadas, pero acéptalas de buen modo. Necesitas respetar tu vida personal y tomarla tan en serio como las responsabilidades laborales. El trabajo es importante, pero también lo es lo que haces fuera de él.
Y, por último, pero no menos importante, desconéctate de la tecnología, pues su uso constante es una de las características de nuestra época, sobre todo en las nuevas generaciones. Tal vez no resulte sencillo, pero podemos comenzar por establecer horarios fijos y limitados a lo largo del día y vamos a notar cómo comenzamos a disfrutar más activamente de la vida y valorar esos ratos de inactividad tecnológica.
Es sencillo ¿o no? Vamos a intentarlo.
Por hoy es todo, nos leemos en la próxima entrega, pero… En Confianza.