*Alemania y Polonia.
*segunda de cuatro partes
Caminar y caminar por Varsovia
El programa marca seis horas de recorrido a pie y Alexandra – la guía en turno- nos lo cumplió, no más pero tampoco menos, de 10 de la mañana a las 4 de la tarde. El día lo iniciamos cuando decidí abrir las cortinas del hotel a las 5 de la mañana y ver a qué hora amanecía, pero no, a esa hora ¡ya había amanecido!
En unos minutos me alisto y me voy a trotar con el mismo plan de ayer: ir a conocer primero el lugar para el encuentro inicial con la guía. No es muy lejos y en 15 minutos descubro la Katedra Polowa Polskiego. Por suerte a un lado veo un gran parque y allá voy al ejercicio de cada día para no perder la sana costumbre.
De regreso un rico baño, a desayunar también muy sabroso en el mismo hotel y nos vamos a la Catedral de Campaña del Ejército Polaco. Son 10 minutos antes de las 10 y en el templo está terminando una misa que preside el Obispo efectivamente con casi puros militares elegantemente ataviados.
No hay más turistas, la guía es sólo para nosotros dos. Es una mujer delgada de 40 y tantos años, estatura regular, morena, polaca y con un excelente español. Después de las presentaciones de rigor nos dice que ha estado en el desempeño de su trabajo como guía en América del sur varias ocasiones, particularmente en Perú, Brasil, Venezuela, Colombia y en México apenas dos veces hace ya varios años. Recuerda muy bien lugares como Tulum, Puebla, Oaxaca y otro punto muy cerca de la capital del país, refiriendo que tal vez se trata de Tula, acepta que no lo recuerda con precisión.
La misa en la catedral de los militares ha terminado y entramos para que nos hable brevemente de la historia del lugar. Afuera hay un amplio edificio en tonos verdes que nos indica cómo es el Supremo Palacio de Justicia, nos habla del parque que yo conocí hace algunas horas y nos precisa que en Varsovia hay varios de este tipo. Nos muestra una leyenda en el piso con letras en algo que parece bronce y traducido nos explica que el límite del llamado Gueto de Varsovia, que era una especie de barrio creado para los judíos a quienes después los alemanes que se habían apropiado de Polonia trasladaban en tren a un campo de exterminio. ¡Terrible!
Nos lleva a conocer de lejos el río Vístula, Wista en polaco y que va a dar al mar Báltico, desde donde nos señala el barrio de Praga del otro lado del río. Aquí en donde ahora estamos hay un monumento a Marie Sklodowska Curie, ganadora del premio nobel de física y química, quien junto con Copérnico y Chopin son tres de los personajes de trascendencia mundial nacidos en estas tierras polacas y a ninguno se les escatima sus méritos por lo que vemos y escuchamos.
Admiramos lo que fue la muralla defensiva de la época medieval por el siglo XVII y ahora reconstruida. Caminamos a la plaza de La Sirena. Un monumento con esta figura mitológica y que empuña una espada, con muchas historias, una de ellas nos la cuenta Alexa. “fue atrapada por unos pescadores y ella les pide ser liberada a cambio de cuidar para siempre la ciudad de cualquier ataque, y por ello trae lista el arma”.
Avanzamos en la ruta, es ahora una estatua de hombre cargando enorme piedra por encima de los hombros, el nombre de la figura “hombre fuera del camino”; adelante una también muy grande campana al piso. Es la de la buena suerte y cuenta la historia – en voz de nuestra guía- que quien la toca, camina a su alrededor y le pide un deseo la campana se lo concede. De inmediato hacemos lo propio y ya veremos.
Estamos cerca del Castillo Real, en el mero casco antiguo de Varsovia, construcciones que datan del siglo XVII nos dice Alexa. Pretende que conozcamos la catedral, pero hay un evento y nos dice que mientras iremos primero a conocer los interiores del Castillo Real que data de la época de Estanislao, recorremos sus salas, subimos y bajamos apreciando cuadros, tapetes, objetos propios de una época de oro en Polonia.
El recorrido sigue y ahora si entramos a lo que ella le llama la arquicatedral de Varsovia, consagrada en honor de San Juan Bautista, nos refiere la guía que en la ciudad hay 3 catedrales, la castrense que visitamos hoy en primer lugar y la que se encuentra en el barrio de Praga.
A lo largo del recorrido Alexa nos habla de la época del comunismo en Polonia, del yugo ruso y como en 1989 las cosas cambiaron (para bien) en este país. Hoy en día Varsovia es una ciudad que vibra, dinámica, con una mezcla única de arquitectura histórica y moderna, museos, teatros, parques y una vida nocturna importante, pero a pesar de ello vemos que cuida su historia y su patrimonio cultural.
Nos advierte que pronto terminamos la caminata; ahora vamos al edificio del Palacio de la Cultura y de la Ciencia. En el camino nos muestra la llamada Plaza de Prusia que es una enorme explanada en donde el Papa Juan Pablo II -nacido en Cracovia a 300 kilómetros de aquí- ofició misa en más de una ocasión de visita a su país. En Polonia se calcula en un 90 por ciento de su población es católica.
Al final de la Plaza se encuentra el monumento al Soldado Desconocido en donde se hace solemne ceremonia cada hora para el tradicional cambio de guardia. Ya enseguida está un bello edificio que se nos dice data de la negra época del comunismo y que a la llegada de un gobierno diferente se pensó en demolerlo como otros tanto de ese oscuro paso de sistema de gobierno, no lo hicieron y qué bueno.
El motivo de la visita al Palacio de la Cultura es subir al piso 30 y en el mirador observar la ciudad desde las alturas, con sus 230 metros durante muchos años fue el lugar más alto de Varsovia. La admiramos por sus 4 lados y al bajar, con ella termina nuestro recorrido, sin dificultad, pero sí cansados, vamos de regreso, pero antes en el camino a comer que en la zona lugares sobran.
De regreso a Berlín
Es sábado 29 de junio y hoy será un día de mucho ajetreo que esperamos en Dios salga bien. La levantada a la 5, ya con luz del día, pues comprobamos desde la ventana del hotel que es a las 4 cuando comienza a clarear. Y tal como estaba previsto 15 minutos antes de las 6 ya estamos reportando nuestra salida del hotel, cuyo personal nos hace entrega de par de lonches para el camino.
Primer problema, pedimos por la aplicación Bolt el transporte hacia la estación del tren, la inexperiencia en estos mecanismos nos atrasa digamos que peligrosamente porque nos avisa que llega y no llega, por suerte un taxista – a todo lujo vehículo y chofer- del mismo hotel está de acuerdo en llevarnos a la estación a cambio de 130 PLN, en el traslado canceló el viaje solicitado por la aplicación y barriéndonos, pero llegamos a tiempo.
La salida es a las 6.45 de una mañana muy soleada. El tren que usamos es un transporte para el consumo local digamos, no hay quien te oriente, tampoco muy claros los señalamientos y ¡en polaco! El caso es que sin tener la seguridad que abordamos el tren correcto nos vamos con la bendición de Dios. A señas y como sea ya con el tren en marcha comprobamos que nos subimos en el correcto. Con la puntualidad que ya les platicamos a las 12 del mediodía estamos llegando a Berlín, la capital de Alemania.
Siguiente eventualidad: ya en esta urbe hay más de una parada, nos debimos de haber bajado en la segunda y lo hicimos en la primera, tenemos el traslado al hotel ya reservada y por teléfono me contacta una voz que, ante la falta de entendimiento, pues me habla en alemán, nos podemos entender y la conversación la hacemos por WhatsApp. Me aclara mi error y me pide tiempo porque en el traslado a la estación en donde bajamos le va a llevar 15 minutos más.
Llega en 20 minutos y en otros 20 llegamos al hotel. Es el Berlín Marriott y al llegar y antes de bajar mis maletas me aclara que la equivocación cuesta 25 euros, no hay mucho que alegar y después de pagar, entramos al lujoso y enorme hotel.
El registro es hasta la 3 y apenas son 1.30, pero la chica de nombre Virginia, que no habla español, nos atienda sin problema y nos pone en contacto con Sandro un atento peruano empleado del hotel, que nos orienta sobre todos los temas no sólo del inmueble, sino de cómo irnos al estadio olímpico para el futbol, por ejemplo.
Subimos a la habitación en cuarto piso, es buena hora, son las 2 de la tarde y el fut comienza a las 6, así es que con calma nos instalamos, la estación de Metro está muy cerca, pero antes nos comemos un hot dog en un negocio de comida rápida aquí junto al hotel. Camino a la estación vamos un buen número de gente alrededor de un bus, el espíritu reporteril nos hace acercarnos, es la puerta del hotel de al lado y nos enteramos entre los curiosos y por lo que vemos, que aquí está hospedado el equipo de la selección de Italia y en breve saldrá a su compromiso.
Tal como nos indicó Sandro y ya en el Metro, estación Psdamer Plasz, línea roja nos acercamos a la máquina con indicaciones en varios idiomas incluyendo por fortuna el español y sin problema compramos cuatro pasajes, dos de ida y dos de vuelta a 3.50 euros cada uno, Gris paga con 15 y nos devuelve la máquina una moneda de a un euro. Siguiente paso, en una máquina de al lado checa introducimos dos tickets para que los registre – si no lo haces y te pescan son 60 euros de multa nos advirtió Sandro- y vamos al andén.
Nos preparamos para abordar mientras nos familiarizamos con este transporte, vamos en dirección a Ruheben para bajar la parada Olimpia Stadion. Ya se nota el ambiente del futbol, mucha gente, jóvenes, pero también familias de papá, mamá y los niños con sus playeras, unos con la azul de Italia y no menos con las rojas de Suiza.
El Metro sí lleva un buen de pasaje, pero es temprano y sin apretones, en menos de media hora estamos bajando en la estación indicada. A pie en medio de árboles caminamos unos 300 metros, damos vuelta a la derecha y ahí enfrente ya vemos de frente el estadio de Berlín, aquí se jugaron los juegos olímpicos en 1936, sin duda hoy está remodelado y será aquí la gran final de la Eurocopa este 14 de julio.
Son las 3.20 de la tarde, el estadio abrió hace 20 minutos y con los dos boletos en el celular, pasamos sin problema los accesos requeridos. En la explanada exterior hay puestos de todo tipo de bebidas, cerveza, agua, refrescos, te lo sirven en vasos y dejas una especie de importe por un euro. La cerveza cuesta 10, el agua 4.50 y así. Compré una playera blanca con el logo de la Eurocopa para quitarme la camisa roja porque no le voy a Suiza –y tampoco a Italia- entramos al estadio.
¿Qué nos llama la atención? Varias cosas. En la especie de calzada para llegar al estadio, hay unos mingitorios de plástico color gris con 4 caras en diagonal y apenas a un ladito y sin problema para los caballeros obviamente, orinamos con el paso tumultuoso de hombres, mujeres y familias al lado. Si hay vendedores ambulantes, pero pocos digamos y sin gritos. Hay banderines y cosas relacionadas. No se observan vehículos, sin buscarlos, pero a simple vista no vimos estacionamiento, todos llegamos a pie y muchos como nosotros dos, en el Metro.
Otro detalle que nos llama la atención, sin ocultarse de nadie, vemos letreros hechos a mano en donde te ofrecen boletos de acceso, es decir existe la reventa y no se oculta. La revisión es rigurosa, pero sin problema puedes entrar con comida, cervezas, botana, etc. El estadio aún luce vacío y con tranquilidad buscamos la zona A, y ya en esa parte la fila 6 con los asientos 3 y 4. No te venden la cerveza adentro, tienes que salir a comprarla y para acceder nuevamente sólo muestras tu boleto en el cel. No vimos una sola escena violenta entre las porras azules y rojas y 15 minutos antes de las 6 al estadio no le cabe un aficionado más.
Contrario a lo que esperábamos Suiza domina plenamente a Italia y vemos que ya para terminar el partido. Ahora sí hay vendedores de cheves en el interior, sin gritos la pides y te la sirven de una especie de ánfora que lleva a espaldas el vendedor, las que vimos de piel negra.
Decidimos salirnos 5 minutos antes del final y sin mayores contratiempos ya estamos de vuelta en el Metro, con ligera confusión que nos hizo abordar la línea verde y no la roja, corregimos en el camino y todavía apoyamos a dos paisanos con los que platicamos brevemente y por su hablar y vestir le asegure a Gris que tienen cara como de vendedores de fayuca en Tepito, nos dicen que van a otros partidos de futbol y nos amenazan de visitarnos en Tula para echarnos una barbacoa y pulque, ¡Claro que sí!
Ya estamos en el hotel, el día ha sido agitado, pero todo bien a Dios gracias, y con lo que nos quedó del lonche de Varsovia, sándwich y pan muy rico, Gris prepara café en la habitación. Todavía veo en la tele a Alemania contra Dinamarca, mientras la señora ya le rinde culto a Morfeo. Continuará…