*Aunque sí hay presencia, pero es mínima, reconoce la dependencia encargada responsable de esas zonas.
*Sin embargo, reconoció que ya se deben tomar medidas para evitar la expansión.
Por MARLENE GODÍNEZ PINEDA
“Sí está presente, no queremos negarlo, pero afortunadamente todavía la presencia es mínima. Sin embargo, ya se está evaluando con el Consejo de Administración para ver la posibilidad de ya implementar algunas acciones que prevengan la proliferación del heno motita en las zonas declaradas como área natural protegida”, dio a conocer Ismael Alvarado Aguilar, subdirector de Áreas Naturales Protegidas, perteneciente a la Dirección General de Recursos Naturales de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del estado de Hidalgo.
Entrevistado en su más reciente visita a Tula, dijo que es importante aclarar que no todo es heno motita porque hay dos especiales; uno es el que son bolitas pequeñas que no pasan de ahí y hay otro heno que cuelga como cortina con el que no se tiene ningún problema, incluso es bueno para el ecosistema. Por lo que recomendó tener cuidado al momento de retirarlos para no alterar el microhábitat del lugar.
Entre menos vegetación se provoca un desequilibrio en la humedad, en el ambiente, es decir, la humedad local de los ecosistemas. Además de que hay que planear muy bien con un buen diagnóstico, para luego definir las acciones que han de resolver el problema.
El área natural protegida en Macuá
Además de esa revisión del heno, han trabajado en la zona protegida específicamente en Macuá, a través de la reforestación con encino y maguey, en aproximadamente 80 hectáreas desde el 2009 a la fecha. Aunado al cercado del área para que no se meta el ganado.
En Tula hay tres áreas naturales protegidas, una de ellas es federal: el Parque Nacional de la Zona Arqueológica con 98 hectáreas, que en su opinión no está abandonada como pareciera; cuentan con dos más estatales y municipales que geográficamente están dentro del municipio. Administrativamente hay una del ejido perteneciente a Tepeji, pero su área protegida de 268 hectáreas está en el territorio geográfico de Tula, que es San Ildefonso. Y el área natural protegida de bienes comunales de Santa María Macuá con 138.91 hectáreas.
La flora que se puede encontrar en la zona protegida de Macuá es además de los encinos, el huizache, mezquite, garambullo, nopal, maguey y una serie de arbustos. En cuanto a la fauna: gato montés, zorro gris, al menos dos especies de zorrillos y anfibios reptiles; de mamíferos hay cacomixtle, conejo, liebre y roedores pequeños, es decir ratoncitos de campo que complementan todo este ecosistema y son parte fundamental.
La cadena alimenticia todavía está completa, mencionó Ismael Alvarado Aguilar. “Tendríamos que corroborar que hubiera coyote, por ejemplo, que es uno de los topes. Sin embargo, el coyote incluso está adaptado a zonas más alteradas, pero el gato montés no”.
Perros ferales en la zona
Respecto a la presencia de jaurías, dijo que sí se llegó a hablar de la presencia de muchos perros ferales, pero de repente algo pasó que pudo controlarse porque al parecer colocaron una especie de veneno; no se sabe si los canes murieron. Hasta el momento no han corroborado realmente que haya un problema.
Se trata de perros que al andar en la calle se van al cerro y al no tener comida buscan alimentarse y se convierten en ferales que resultan dañinos. Así como hay protección de mascotas también existe una ley que protege la fauna silvestre y no se puede ser omiso.
Los canes ferales acaban con los conejos y las liebres, por lo que dejan al gato montés o coyote sin alimento. Estos animales tienen entonces que recurrir al ganado. Se trata de un círculo que se complica.
“Las recomendaciones que le hemos hecho es obviamente, no tratar de controlar por sus propios medios una situación de ésta, sino respetar protocolos que establecen las propias presidencias municipales en caso de detectar un problema con perros salvajes”, expresó el entrevistado. *NI*