Por Miguel Ángeles Arroyo
Hoy en día el Internet está repleto de un gran número de posibilidades para nuestro entretenimiento.
Las redes sociales permiten una intensa interactividad; favorecen el intercambio de datos, de fotografías y de opiniones; características que resultan positivas para un periodista y que favorecen al ejercicio profesional.
Por otra parte, también podemos encontrar sitios donde las informaciones son presentadas sin fuente, que propician también el trabajo de escritorio ocioso que prescinde de la visita a los lugares en que ocurren los hechos, en donde se genera la información, por tanto, deja a un lado el contacto personal y la posibilidad de las contra preguntas; favorece, además, un manejo erróneo de los datos de la noticia y más aún tendencioso y difamatorio.
Esto es lo negativo en el uso de la tecnología que ha permitido la aparición de las redes sociales. Como fondo de estas consideraciones aparece la gran paradoja: cuando los humanos disponemos de los medios más perfeccionados para la comunicación, comprobamos que ha aumentado nuestra incomunicación. Esto vale para el periodista que no puede suplir la comunicación personal con la comunicación virtual que le proporciona la tecnología. La relación persona a persona da una información que no puede suplirse con la sola tecnología.
Al leer el periódico, escuchar la radio o seguir las noticias en la televisión porque se quiere estar informado, en determinado diario, radio o canal porque se tiene confianza en quienes prestan ese servicio. Pese a todas las denuncias sobre manipulación y distorsión es evidente que en este tema todos estamos dispuestos a transar: no hay medio perfectos, pero confiamos en ser capaces de evitar la manipulación burda. Pese a que cuando se les consulta, los públicos son muy críticos.
Lo que ofrecen en cambio los blogs o las páginas personales, hechas a veces por periodistas, pero generalmente producidos por alguien que no da referencia alguna acerca de su profesión, capacitación o adhesión ideológica o religiosa, es puro misterio. Lo que leamos puede ser verdad, pero también puede no serlo:
a) Por error, cosa que ocurre también en los medios tradicionales;
b) Por uso sin mala intención de datos equivocados;
c) Por error deliberado y mala intención. Como fuere el resultado es el mismo.
Nunca fue fácil la educación medial. Leer el diario no es solo juntar letras, como no es suficiente reunir imágenes, sonidos para entender lo que se recibe de la radio o de la TV. Pero en este mundo nuevo de las redes multimediales y de la interactividad, el esfuerzo es, sin duda mayor que nunca y, por tanto, la formación del usuario crítico de la red es un desafío mayor.
Es evidente que las redes sociales se han convertido en el principal nicho de los medios de comunicación a la hora de compartir información, ya que se acercan aún más al público y tienen una mayor capacidad de captación y persuasión mediante titulares llamativos y palabras clave, logrando así un mejor posicionamiento en cuanto a búsquedas y tráfico web. *NI*