Por Miguel Ángeles Arroyo
El suicidio es un fenómeno social, en el que intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales; de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud se reconoce que es una prioridad para la salud pública en el mundo, por lo que, para generar conciencia sobre esta problemática, ha instituido el 10 de septiembre de cada año como el Día Mundial de Prevención del Suicidio.
Para dimensionar la magnitud del problema, en nuestro país es la cuarta causa de muerte en el grupo de 15 a 29 años; en 2021, 8,351 individuos fallecieron por lesiones autoinfligidas; los hombres tienen una tasa de 10.9 suicidios por cada 100,000 habitantes, mientras que las mujeres alcanzan el 2.4 (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2022).
Entre los riesgos vinculados a la comunidad y las relaciones que pueden incidir los suicidios se encuentran: las guerras y desastres; el estrés ocasionado por la aculturación, la discriminación, un sentido de aislamiento, el abuso, la violencia y las relaciones conflictivas.
Para tener una aproximación integral al problema del suicidio, es necesario considerar que: 1) Es una conducta prevenible si se identifican los factores de riesgo o señales de alerta y se actúa oportuna y efectivamente para generar alternativas de vida; 2) Sus causas individuales deben entenderse como un evento único, ya que ningún caso es igual; 3) Conocer el contexto en el cual se presenta es de vital importancia; 4) Conlleva mucho dolor emocional, el cual no cesa con la muerte de la persona, sino que permea entre sus conocidos y familiares; 5) Está relacionado con múltiples factores de riesgo, como ser víctima de cualquier tipo de violencia, tener consumo o abuso de sustancias legales e ilegales, presentar dolor crónico, problemas de salud mental o alteraciones de personalidad, así como algunos factores contextuales, como son las catástrofes, abusos, pérdida de seres queridos, pertenecer a grupos vulnerables y discriminados, como refugiados, migrantes, indígenas, de la comunidad LGBTI+ y personas privadas de la libertad; y 6) Cualquier situación de crisis emocional asociada al riesgo de suicidio, implica una oportunidad para buscar ayuda con profesionales de la salud mental.
En los municipios, los primeros actores involucrados en una situación de riesgo de suicidio son quienes detectan la situación de crisis emocional y activan el llamado del personal de protección civil o al número de emergencia 911, quienes a su vez se encargan de contactar con los servicios de urgencias médicas en caso de que exista una lesión o para estabilizar físicamente al individuo; Para posteriormente recibir especializada, entonces, es aquí donde se debe contacta con equipo de salud mental especializado para la atención ambulatoria, para la referencia oportuna cuando el nivel de riesgo haya disminuido.
Para prevenir este tipo de incidentes es necesario: crear un grupo multidisciplinario especializado en la atención de personas con estado mental alterado y en amenaza a su vida, disminución del sensacionalismo en los medios de difusión sobre el suicidio, así como de la estigmatización de quienes buscan ayuda por comportamientos suicidas, por problemas de salud mental o por consumo de sustancias psicoactivas, así como un eficaz registro de los hospitales.
El trabajo coordinado entre instituciones debe ser prioridad para poder evitar incidentes con pérdidas de vida, por lo que debe conformarse en breve esta brigada de atención.
Asimismo, se deben elaborar marcos normativos para las estrategias prevención del suicidio. A nivel local, deben plasmarse en algún programa de prevención y actividades comunitarias.
La prevención del suicidio requiere también la intervención de sectores distintos de la salud y exige un enfoque innovador, integral y multisectorial, con la participación tanto del sector de la salud como de otros sectores, como por ejemplo los de la educación, el mundo laboral, la policía, la justicia, la religión, el derecho, la política y los medios de comunicación.
La prevención del suicidio implica que, de manera individual, se preste atención a la salud física y mental, detectar y atender oportunamente trastornos mentales como el estrés, la ansiedad y depresión, entre otros, Identificar las señales a tiempo, puede salvar vidas, escuchar sin prejuicios y ofrecer apoyo es esencial y por lo que la instancia de Salud Municipal y el Sistema DIF Municipal, deberán crear un entorno donde la salud mental sea prioridad. *NI*