*La narco cultura y su impacto en las juventudes.
La situación actual de niños, niñas y adolescentes frente a la cultura del narcotráfico es grave. Por lo cual, se debe contemplar a las infancias y adolescencias como sujetos de derechos que viven situaciones de vulnerabilidad como consecuencia del contexto de violencia y de desigualdad que vivimos.
La percepción general que puede tenerse de estas etapas de vida es de juegos y aventuras; sin embargo, la mayoría de los adultos perciben a los niños, niñas y adolescentes como indefensos con base en sus características físicas, aunado al “adulto centrismo” que consiste en minimizar sus ideas y sentimientos, descalificar sus emociones y creer que sus derechos están condicionados a cumplir con ciertas tareas.
La situación de vulnerabilidad de niñas, niños y adolescentes se explica en que estos sujetos de derecho carecen de aptitudes personales para enfrentar adecuadamente los problemas que se les presentan, ya sea por inexperiencia,
inmadurez, debilidad, falta de información o de formación, o por no reunir los requisitos legales que les permitan el ejercicio de sus derechos.
Todo esto se sintetiza, por un lado, en las características físicas y mentales propias de la edad en que se encuentran y, por otro, en las restricciones legales o condiciones existentes en el marco jurídico del Estado, que resultan en los elementos que acaban por restringir el acceso y ejercicio de sus derechos.
La palabra “narco cultura” deriva de todo un conglomerado de conceptos relacionados con el narcotráfico. Así, tenemos términos como narcopolítica, narco economía o narco sociedad, entre muchos otros. Para abordar su estudio,
se parte de dos nociones: la primera, desde lo estético, que se caracteriza por tener un estilo ostentoso, exagerado, grandilocuente, de autos caros y mujeres hermosas; la segunda, desde los simbolismos que existen dentro de estas organizaciones, que se traducen en un conjunto de acciones, enunciados y objetos significativos y se acompañan de ciertas reglas y normas de comportamiento que se convierten en valores e incluso en reglas de vida.
Para poder entender la relación entre narcotráfico y sociedad es importante precisar que fue en un inicio una expresión de la vida cotidiana de las entidades del norte del país donde convivían de manera directa la sociedad civil y estos grupos delictivos, sin embargo, a medida que ha crecido este fenómeno se ha extendido a nivel nacional.
Paulatinamente se han ido creando referencias culturales para aligerar los estragos que viven los ciudadanos en sus hogares, en consecuencia, se normaliza la violencia y al mismo tiempo se potencializa el miedo, estableciendo un “respeto” de la población hacia estos grupos. Es la identidad de una comunidad, siendo ésta un conglomerado de ideas, valores, códigos de conducta y lealtad.
La música forma parte de la vida cotidiana de la población, a la vez que genera distintas emociones en el cerebro, resultado de la dopamina. En niños, niñas y adolescentes es parte indispensable para expresar sus emociones y pensamientos, y un aspecto fundamental para su desarrollo emocional; gracias a ella pueden compartir e intercambiar ideas, sentimientos y emociones.
La música funge, por un lado, como un elemento para establecer vínculos con otros adolescentes y jóvenes creando un “sentido de pertenencia” y, por otro, como expresión de las juventudes. La música de los narcocorridos, contenido y composición, se centra en contar historias y aventuras del mundo del narcotráfico, exaltando el uso de armas, así como la violencia, los placeres, el poder, las drogas e incluso lo “divertido” que puede llegar a ser el peligro; en sus letras se justifica su “estilo de vida”, así también, es una fuente de información que ayuda a dar sentido a la hiperviolencia.
Lo anterior constituye el imaginario social del narcotráfico, que fomenta sus valores y estética, y establece modismos culturales mediante su contenido. Los narcocorridos deforman la realidad de los adolescentes y jóvenes, pues los lleva a asimilar la vida del sicario desde el imaginario social, imaginando y anhelando una vida llena de lujos.
La música, la televisión y otros medios sirven de catapulta para el propagandismo del crimen organizado, que a su vez incrusta en el imaginario de las infancias y adolescencias espacios aspiracionales de un supuesto “éxito” o “estabilidad económica” dentro del crimen organizado.
Estos procesos sociales han normalizado la violencia, al mismo tiempo que la participación del crimen organizado en el reclutamiento de infancias y adolescencias para cumplir con el “negocio de la droga”, sin visibilizar las graves consecuencias y deterioro que provoca.
La narco cultura representa un fenómeno complejo con profundos impactos en las juventudes; para proteger el bienestar y el futuro de la niñez, es urgente abordar este fenómeno de manera integral, promoviendo alternativas positivas, mayores oportunidades de desarrollo profesional y cultural, y construyendo un entorno en el que todos puedan alcanzar su máximo potencial sin recurrir a la violencia y la delincuencia. *NI*