*NAPA, CALIFORNIA.
Por José Antonio Trejo Rodríguez.
Lo que a continuación narro sucedió en el verano del año 2017 durante una visita a la ciudad californiana de Benicia con motivo de la celebración de independencia, gracias a la hospitalidad de los integrantes de la Asociación de Ciudades Hermanas Benicia – Tula y a la invitación de la Asociación Tula-Benicia.
El viaje en auto de Benicia a Napa no lleva más de una hora, es verano y el día está soleado, apropiado para que los locales vistan ligero: short, camiseta, huaraches, pero a quienes somos originarios de sitios más cálidos nos parece una osadía ya que se llega a sentir un viento fresco que obliga a ponerse un rompevientos.
El paisaje es encantador, resalta el verde de los lomeríos sembrados con vides, lo cual da fama internacional a la ciudad. Los muros que separan los carriles de la autopista cuentan con pequeños orificios en sus bases, nos explican que se debe a la proliferación de un pequeño roedor endémico, rescatado tras un ambicioso plan de restauración ambiental, que requiere cruzar de un lado a otro de la carretera y por esos orificios lo consigue.
Con emoción la bióloga Betsy, nuestra guía, nos platica de los esfuerzos realizados para rescatar humedales que permiten estabilizar la flora y la fauna de la región; explica que para tener éxito se adquirieron grandes extensiones de tierra que estaban destinadas a otros usos y hoy se aprovechan para la conservación del ambiente.
Napa nos recibe risueña, restaurantes, bares, hoteles, negocios diversos florecen gracias a los visitantes que recorren sus producciones vinícolas, algunos en auto y otros en un tren de pasajeros cuya estación colinda con las oficinas del Distrito de Conservación del Agua y Control de Inundaciones. El edificio es pequeño, ubicado a escasos metros de la vía del tren pasajero que en esos momentos maniobra de reversa para acomodarse a un costado del andén de la estación.
Grandes fotografías de diferentes épocas sobresalen sobre las paredes, su constante son imágenes de inundaciones: calles anegadas, autos atrapados en el torrente. En suma, la ruina económica para los negocios, un obstáculo para el crecimiento y el desarrollo de la ciudad, registrados metódicamente desde 1862.
Fue hasta 1938 que se realizaron estudios para dar solución a las inundaciones, se propusieron medidas que se fueron quedando en el olvido, en 1948 la ciudad construyó un lago artificial que no solucionó el problema y de nueva cuenta se realizaron propuestas gubernamentales que el público rechazó al considerarlas ambientalmente insensibles y de nueva cuenta fueron al archivo.
Fue hasta que en 1986 ocurrió una gran inundación sin paralelo que, se volvió a pensar en planes y proyectos para solucionar el problema. En 1995 se propuso ampliar el canal del río y mantenerlo allí por medio de grandes muros. El público lo rechazó categóricamente por considerarlo ambientalmente insensible y antiestético. Enseguida se unieron diversos grupos de la comunidad: comerciantes, empresarios, ambientalistas, vecinos, para discutir y presentar un proyecto consensuado de “río vivo”, presentado a la ciudadanía con la propuesta de incremento de medio centavo al impuesto sobre las ventas realizadas en Napa para financiar el programa que, fue votado por más de 27 mil personas con solo 308 votos en contra. Así dio inicio el programa de control de inundaciones en Napa, abarcando seis millas a lo largo del río del mismo nombre.
Le pregunto al biólogo de las oficinas del Distrito de Conservación del Agua y Control de Inundaciones qué tanto se incrementaron las necesidades presupuestales del proyecto al adicionarse la compra de terrenos para el programa y al responder su rostro refleja asombro, dice que el proyecto consideró el reemplazo de puentes, la construcción de canales y alcantarillas, así como muros y diques para formar una especie de libramiento de la furia de la corriente. Agrega que el presupuesto era así y muestra una medida con ambas manos que iba del piso a sus rodillas, pero que al considerar la compra de propiedades ese presupuesto creció así, dice elevando la medida a la altura de su torso y exclamó que ese siempre es un gran problema para los proyectos de esta índole; además de las siempre existentes restricciones presupuestales de los gobiernos federales.
Nos invita a caminar sobre las calles de Napa, el calorcito ha arreciado, brincamos las vías del tren y doblamos hacia lo que parece ser un enorme jardín, con verdes terrazas, bancas de metal, botes para la basura de mano, al fondo un gran hotel. En las terrazas unos niños usan sus bicis, otros sus patinetas. Nos conduce a la orilla oriente del jardín, allí está el río Napa, hacia ambos lados se ve la vegetación, más allá un par de señores sobre una lancha, dice que deben ser investigadores o supervisores, pues está prohibido pescar.
Ahora nos lleva al extremo opuesto del jardín y nos explica que, ante un incremento del flujo del río Napa, se cierra una compuerta exactamente por la calle por la que ingresamos y se permite que el agua fluya a lo largo y ancho del gran jardín, ese es el libramiento de agua que, junto con las obras arriba citadas, evitan que se inunde el centro de la ciudad. Caminamos por debajo del puente de las vías del tren y subimos hacia otro gran puente que nos conduce a una explanada rodeada de florecientes negocios, resalta la ópera de Napa. Nos lleva a ver la fauna que pulula sobre los canales: patos, peces, aves.
Le preguntamos cuánto falta por hacer, su respuesta es que aún mucho, que concursan por fondos federales para el mantenimiento de lo que ya han realizado y por lo que falta por hacer. De regreso a las oficinas encontramos a una cuadrilla de trabajadores que hablan en perfecto español, con acento del centro del país, saludamos y nos responden, les preguntamos de dónde son y nos dicen que, de la Ciudad de México, ellos también nos preguntan nuestro origen, decimos que de Tula y uno de ellos comenta que él conoce Tlahuelilpan. Decimos adiós a ellos y a los funcionarios del Distrito, admirados por el gran trabajo que toda la ciudad hace. Queda claro que es una labor titánica, de largo plazo, con una inversión multimillonaria, pero que con voluntad puede llevarse a cabo. *NI*