*MEMORIA MUSICAL MEXICANA.
Por José Antonio Trejo Rodríguez.
La semana pasada se presentó una joya literaria que aborda la historia más temprana de las grabaciones en nuestro país, titulada “Los surcos de la memoria. Máquinas parlantes y grabaciones comerciales en el México porfiriano” coordinado por Francisco Fernando Eslava Estrada, editado por la Secretaría de Cultura, la Fonoteca Nacional y la Facultad de Música de la UNAM. Además del coordinador, también participan las plumas e investigaciones de Sergio Ospina Romero, Natalia Bieletto-Bueno, Alejandra Delgado Díaz y Camilo Raxá Camacho Jurado.
El libro y su anexo están compuestos por 36 grabaciones históricas de principios del siglo XX, procedentes de las colecciones de Reynaldo Mota Molina, Pável Granados, Armando Pous, Rebeca Rangel, Fundación José de la Herrán, Fonoteca Nacional, Jorge Fernández y Juan Carlos Colín. Entre los audios, algunos en mejores condiciones que otros, se puede admirar la música y voces de artistas conocidos de los lectores de esta columna, como por ejemplo los duetos de Ábrego y Picazo y de Rosales y Robinson; también el Mariachi Coculense, al igual que María Conesa “la gatita blanca” genuina representante del género sicalíptico.
Resalta el audio de la carta que don Porfirio enviara a Thomas Alva Edison, inventor del fonógrafo, grabada en el castillo de Chapultepec el 15 de agosto de 1909 y en la que se puede escuchar al entonces presidente decir: “…presentí en usted al héroe del talento, al triunfador del trabajo, al que más tarde habría de someter a disciplina el fuego arrebatado por Franklin a los cielos, para perpetuar acá en la tierra, en sus maravillosos aparatos fonográficos la cariñosa voz de los seres amados, reproduciendo todos los ritmos, todos los acentos y todas modulaciones del lenguaje humano…”
En el primer capítulo titulado: “Las huellas de los inicios de la grabación comercial en México. Los cilindros Morales Cortázar de la Fonoteca Nacional” el coordinador del libro nos lleva en una maravillosa crónica a través de la sierra gorda queretana para atestiguar uno de los hallazgos más afortunados en la historia musical mexicana y aprovecha para, con sapiencia y apasionamiento, narrarnos la génesis de las grabaciones musicales en nuestro país, así como la incipiente industria dedicada a la reproducción de la música; dándonos a conocer a sus esforzados pioneros. A través de sus líneas, Francisco Fernando Eslava Estrada, nos muestra su amor y su pasión por el rescate de nuestra memoria fonográfica y es de agradecer, porque lo contagia a sus lectores.
En “Pleito en un gramófono”, inmediato y más moderno competidor del fonógrafo, según se aprende del primer capítulo del libro; nuestros conocidos del dueto Ábrego y Picazo, dan a conocer con su gracia característica lo que, según Eslava Estrada, solía ocurrir en los negocios de reproducción de cilindros y discos, por cierto, uno de esos establecimientos ambulantes adorna la portada del libro: “Pasen señores, señoritas y niñas. Pasen a oír sus deliciosas canciones en el gramófono Víctor. Pasen señores, es el aparato más perfecto que hasta el siglo XX se ha conocido. Pasen señores, pasen…”
Les invito a que escuchen el resto del audio, les aseguro que se reirán a carcajadas; además podrán aprovechar para escuchar las otras 35 grabaciones y darle lectura al libro que, cabe señalar, mi tocayo Juan Antonio Cuéllar, curador de Frontera Collection, ha calificado como “una joya”. Su acceso es gratuito a través del portal de la Fonoteca Nacional, solo teclee en su navegador de Internet a través de su computadora o de su teléfono inteligente: musiteca.mx ¡Disfrútelos! ¡En verdad lo gozará! *NI*