(6a parte)
Un día inolvidable
Nos dan el luche para el camino, box lunch dicen los gringos, porque es muy temprano y se trata de estar a buena hora en la Plaza de San Pedro. El recorrido no es muy largo y en poco más de 15 minutos ya estamos bajando del bus en el estacionamiento para llegar a formarnos e ingresar a la zona que se destina para la audiencia del papa Francisco.
Una ligera confusión porque comenzamos por esperar el acceso en lugar equivocado; la guía corrige y caminamos, muchos corremos, para tomar nuestro lugar en una fila que ya es larga. La espera es muy breve, mientras apretujados pero todos contentos. Se escuchan voces en varios idiomas de gente de todas las edades.
La explanada o atrio de la Basílica es enorme y tal vez la mitad lo cierran con vallas y dentro varios cuerpos de sillas, con pasillos amplios que después nos damos cuenta de que es por donde avanza el papamóvil. Son dos los filtros. Una primera revisión en donde policías vestidos de azul de buen modo, pero firmes indican que artículos de vidrio, como vasos o termos para el agua o el café, no pasan; tampoco objetos de algún material que pueda resultar peligroso, convertido en arma.
Sin problema avanzamos y metros adelante otra revisión. Como en los aeropuertos, hay que depositar tus objetos personales como cinturones, celulares u otros equipos para avanzar en el filtro de seguridad, nuestros objetos a los rayos X por la banda y al pasar ya estamos adentro de la zona de sillerías. Tal vez 5 mil lugares y cuando buscamos asiento, menos de la mitad ya está ocupado, así es que podemos escoger de lo que todavía hay.
Son un poco más de las 8.30 de la mañana y la espera no es larga. Mientras nos identificamos con otro grupo de mexicanos, estamos en la misma zona, pero con el pasillo de por medio. Vienen de Monterrey y a gritos platicamos, porque aparte de la distancia, el murmullo de los presentes es cada vez más fuerte.
Y a las 9 en punto se iluminan los dos enormes monitores colocados en los extremos de la parte de enfrente; en medio una especie de enorme templete, al centro el espacio para el pontífice, a su izquierda unas 30 parejas que anuncian son de recién casados. Las novias todas vestidas en tono crema, mientras que los caballeros con el clásico traje negro. Del otro lado están tal vez los invitados especiales en cuya primera fila alcanzamos a ver a tal vez 20 obispos que al final uno a uno saluda al papa Francisco. La ceremonia comienza con pulcra puntualidad.
Comienza a avanzar el papamóvil por los pasillos, con el líder del mundo de los católicos a bordo. Hombres de traje oscuro rodean el vehículo a una distancia prudente, dos más van con él en el papamóvil, además del conductor, en total tal vez 15. Y hay otro cinturón de seguridad de la llamada Guardia Suiza Pontificia. Éstos portan un llamativo uniforme abombado en rojo con rayas en amarillo, el pantalón les llega unos centímetros debajo de las rodillas.
El Papa sonríe y de vez en vez alza a niños pequeños que el propio personal vestido de azul le acerca por unos segundos. Después de tal vez 10 minutos de recorrer prácticamente todo el escenario, el vehículo se detiene al centro frente al templete y sube para que tal vez unos 30 metros adelante el Papa baja y da unos cinco pasos –lo vemos que lo hace con dificultad- y se sienta al centro del escenario en el lugar que se ve es destinado para él.
Empieza el evento, precisando que antes de su presencia una voz masculina anuncia en varias lenguas a los grupos católicos que hoy están presentes. Cuando lo hace en español menciona a los peregrinos de México y saluda a los de ¡Tula! Que respondemos con una sonora exclamación de júbilo.
Son varias las intervenciones en diversas lenguas, hombres y mujeres seguramente de varias partes del mundo se dirigen al Santo Padre en tiempo que no va más allá de dos minutos cada uno. Algunas veces el Papa contesta también de manera breve el mensaje y tratamos de entender que lo hace en el mismo idioma; en otras sólo se pasa al orador siguiente.
Al final el Pontífice vuelve a hacer uso de la palabra; lo hace en italiano, pero sí nos damos cuenta de que el mensaje central es su pesar por la guerra en Israel, “que a nadie le sirve y hace sufrir a mucha gente”. Anuncia que en los próximos días habrá una jornada de oración por la paz en el mundo y que él mismo va a encabezar aquí en el Vaticano.
Al final de la ceremonia, el Papa reza el Padre Nuestro que los asistentes seguimos cada grupo en su propio idioma. Resulta impresionante. Al terminar se anuncia que Francisco va a bendecir rosarios y todo tipo de objetos religiosos que muchos de los asistentes llevamos consigo.
Son 10 minutos antes de la hora y la solemne ceremonia ha terminado. Se empieza a desocupar la sillería y la guía no reúne antes de la tienda de venta de artículos religiosos que anoche mismo vimos y visitamos. Antes de iniciar nuestro recorrido a pie, nos da unos minutos para ir a comer/tomar algo, o al baño y nos vamos.
Es un mundo de gente, la guía nos lleva por algunos puntos de la Roma antigua, alrededor del mediodía llegamos a comer, como parte del paquete ya acordado y al terminar caminamos otro rato admirando la impresionante Roma y después de explicarnos el significado de la fuente de Trevi, son cerca de las 3 de la tarde y nos precisa que tenemos de ahora hasta las 5.30 de tiempo libre, y “aquí mismo los espero”.
De acuerdo con nuestras muy personales políticas cuando de viajar lejos se trata, una vez más hemos recordado a familiares y a amigos que salimos de paseo (hoy de peregrinación) y no de compras; y estando en lugares desconocidos, procuramos caminar mucho (para conocer más), y comer poco, porque no olvidar que la comida que no acostumbramos es más fácil que nos pueda hacer daño.
Bajo esas premisas, vamos con Gris de un lado a otro, con el tiempo suficiente para llegar a las 5.33 al lugar de la cita, nos damos cuenta de que nos han dejado, bien advertidos que no habría espera, de pronto preocupados, pero no pasa nada, abordamos un taxi, le mostramos la tarjeta con la dirección y el nombre del hotel, y a cambio de 25 euros en 15-20 minutos ya estamos descansando de un día inolvidable.
Por hoy es todo, nos leemos en la siguiente entrega, pero… En Confianza. *