*Movilidad olvidada.
Por Iván Hernández Mendoza
Durante una de las largas esperas que uno tiene que pasar si intenta cruzar el centro de la ciudad en automóvil, me llamó la atención una escena que refleja una de las muchas fallas en nuestra infraestructura urbana: dos personas intentaban desplazarse por las calles, una de ellas con movilidad reducida. Con dificultad, avanzaban a un lado de la banqueta, dependiendo de la atención de los conductores para evitar accidentes y conforme se acercaban al centro, el panorama mejoraba ligeramente gracias a la existencia de más rampas y facilidades, pero los obstáculos no terminaban ahí.
No es un secreto que a las autoridades les basta con colocar unas cuantas rampas en ciertos cruces para solucionar el problema de la movilidad. No les preocupa que las banquetas estén invadidas por postes de luz, parquímetros que reducen el paso, escalones, o construcciones privadas que abusan del espacio público. Estas irregularidades convierten el simple acto de caminar —o desplazarse en silla de ruedas— en un verdadero reto.
Según el último censo de población registrado por la Secretaría de Economía se estima que al menos el 5.7% de la población tiene alguna afectación que puede limitar su movilidad. Si consideramos que una persona puede tener más de una “discapacidad”, el porcentaje asciende al 8.62% en Tula. Ante esto, resulta incomprensible la falta de adecuaciones en la ciudad para garantizar su libre tránsito y, peor aún, la indiferencia del municipio hacia este sector de la población.
No obstante, no todo es culpa del gobierno. También debemos señalar la falta de empatía y responsabilidad ciudadana. Hay quienes ocupan lugares exclusivos para personas con discapacidad sin necesitarlo, ignoran los cruces peatonales o bloquean rampas con sus vehículos. La movilidad incluyente no solo es un asunto de infraestructura, sino también de cultura cívica.
Por lo anterior, resulta indignante ver al presidente municipal y a su séquito inaugurando con bombo y platillo la pavimentación de caminos o la reparación de calles, como si fueran grandes logros. Pavimentar caminos y construir banquetas no es un acto de generosidad, es su obligación. Aunque el presidente municipal en su calidad de candidato prometió que transformaría al municipio según los principios de su partido, hasta ahora no existe algún atisbo de transformación física; tal vez se refería a una transformación ideológica únicamente.
No quiero que se me mal entienda, si bien reconozco los trabajos del municipio no los podría categorizar como esfuerzos, porque eso implicaría ir más allá de las responsabilidades básicas con las que vienen incluidos los cargos, y hasta el momento no hemos visto eso. Tal vez es muy pronto para juzgar tan duro a la dirección de obras públicas en este aspecto, pero me preocupa el que no se dé a conocer un plan o algún proyecto de mejoramiento urbano en este sentido. Creo que aún no se dan cuenta de que la ciudad no es amigable con todos los sectores de la población tulense y se está quedando chica.
La verdadera transformación urbana requiere una visión que incluya a todos los sectores poblacionales. Hasta ahora, no se ha presentado un plan concreto para mejorar la movilidad en Tula, lo cual es preocupante. ¿Dónde están las propuestas para un transporte público eficiente? ¿Para carriles de bicicleta? ¿Para corredores peatonales seguros? Si en la Dirección de Obras Públicas creen que garantizar la movilidad de este sector vulnerable se resume a colocar unas cuantas rampas, les recuerdo que la movilidad reducida tiene muchas formas. Personas ciegas, por ejemplo, necesitan guías táctiles para desplazarse con seguridad.
Desde el Observatorio espero que pronto la actual directora de Obras Públicas, Brenda Yarazet Cornejo Aguilar, muestre interés por este tipo de cosas. El pavimentar calles, poner banquetas, revisar los registros y encargarse del paso del tiempo en nuestra ciudad no es una buena obra de parte del gobierno, es su obligación. ¿Quieren ser recordados o incluso trabajar de forma que la ciudadanía reconozca su labor? Podrían empezar proponiendo un proyecto que de verdad signifique un mejoramiento de nuestra ciudad, pensada para las distintas personas con movilidad diversa y que fomente un paso libre por todo nuestro municipio.
Hacer su trabajo no es sinónimo de ser un buen trabajador o dirigente, es, como bien lo dije, solo su trabajo. Pero no estaría mal pensar fuera de la caja y dar vida a nuevos proyectos que tal vez ayuden en el mejoramiento de nuestro municipio y que piense en todos los sectores de la población incluyendo los vulnerables. La ciudad se está quedando pequeña para su propia gente. Es momento de pensar en proyectos que realmente impacten la calidad de vida de sus habitantes y dejar de hacer lo mismo que hacían los anteriores.
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