*¿Esperando un milagro? La violencia que se normaliza.
Por Iván Hernández Mendoza
Para nadie es sorpresa que Tula atraviesa un grave problema de seguridad en estos momentos. Tiroteos reportados en varias colonias y zonas aledañas, dos altercados en menos de un año en la zona centro de la ciudad, y un incremento alarmante en la violencia cotidiana.
Aún es fresco el recuerdo de los lamentables hechos en Plaza Punta Azul, en la Unidad habitacional PEMEX, durante la inauguración de un nuevo bar, evento que dejó muertos y heridos. O el más reciente incidente en una de las calles del centro, donde el intercambio de balas entre delincuentes dejó a una persona herida por fuego cruzado.
Cada vez son más los ciudadanos que reportan detonaciones de armas de fuego cerca de sus casas en distintas colonias. Han aumentado los casos de desapariciones forzadas y se han vuelto comunes los hallazgos de cuerpos sin vida en caminos y carreteras de la zona. Ni hablar de los feroces enfrentamientos entre bandas delictivas, que son cada vez más aparatosos, como el ocurrido hace unos meses en la colonia Nantzha.
El problema ha escalado tanto que incluso los comerciantes han reunido esfuerzos para exigir apoyo a las autoridades ante el incremento de extorsiones, como lo demuestra la mesa de seguridad impulsada por el vicepresidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) sección Tula.
Esta crisis no se limita a Tula. También se extiende a municipios como Atotonilco y Tepeji, donde los habitantes reclaman a las autoridades su evidente incapacidad y falta de estrategias de seguridad ante tales eventos. La ausencia de respuesta es tan alarmante que situaciones como los asaltos a negocios en la colonia San Marcos, a plena luz del día y sin ningún reparo, se están volviendo parte del día a día.
Asaltos, extorsiones, cobro de piso, desapariciones forzadas, enfrentamientos entre bandas rivales, tiroteos, cuerpos abandonados en caminos y carreteras, y mantas con mensajes de grupos criminales: la violencia ha escalado hasta niveles insostenibles.
El año pasado, la Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo (SSPH), a cargo de Salvador Cruz Neri, implementó un operativo ante el alza de las actividades delictivas en Tula, señalando que las colonias con más índices de delincuencia eran La Malinche, Barrio Alto, 16 de Enero y Michimaloya. Sin embargo, como habitante de la zona y al igual que muchos ciudadanos, es inevitable cuestionar: ¿Los operativos realmente han sido efectivos o los reportes de seguridad trabajan con datos maquillados?
Desde el observatorio me pregunto: ¿Estamos ante una administración atada de manos, sin la capacidad de hacer frente a un problema que azota nuestro municipio? ¿O peor aún, ante un gobierno local que prefiere delegar toda la responsabilidad a las autoridades estatales, incapaz de actuar ante situaciones críticas y más preocupado por impulsar agendas ecológicas o proyectos federales, posando para las fotos mientras espera que el problema se resuelva solo?
La ciudadanía merece respuestas claras y estrategias de seguridad efectivas. ¿Seguirán las autoridades minimizando la crisis o actuarán con determinación antes de que sea demasiado tarde? *NI*