*Algunos emprenden el camino de vuelta.
Por Francisco Villeda
Atitalaquia, Hgo.- Andrés, un comerciante venezolano de 40 años, aguarda afuera de la Casa de atención al migrante El Samaritano, ubicada en la localidad Bojay, Atitalaquia, en espera de un plato de comida.
El hombre alto, robusto, de tez morena, voz grave, emprende su camino en dirección al sur después de que llegara hasta Ciudad Juárez y no lograra cruzar la frontera para establecerse en Estados Unidos.
Reconoce que hoy la situación es complicada para los migrantes y ante la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, determinó dirigirse hacia la Ciudad de México para buscar nuevas oportunidades en esa metrópoli.
El comerciante originario de la ciudad de San Carlos, capital del estado de Cojedes, explica que desde hace 10 años dejó su país para buscar un mejor futuro para él y su familia; ha vivido en Colombia, Ecuador, Perú y Panamá.
Recientemente llegó hasta Matamoros, Tamaulipas, sin embargo fue aprehendido por personal del Instituto Nacional de Migración (INM) y posteriormente lo trasladaron en un avión hasta Villahermosa, Tabasco; en esa ciudad lo dejaron y él tomó nuevamente el camino hacia el norte, vendiendo paletas de hielo de pueblo en pueblo.
Así llegó hasta Ciudad Juárez, pero al percatarse de la difícil situación de los migrantes en ese punto, además de que no tenía una respuesta para su cita con migración en Estados Unidos, la cual tramitó desde hace 5 meses, optó por volver al sur.
Acompañado de un joven, con quien come fuera de El Samaritano, el hombre dice que cruzar México es lo más difícil del trayecto; desde su ciudad natal tardó un día para llegar a Colombia y desde ahí 15 días para llegar a México; no obstante en el país, la travesía desde Tapachula hasta Matamoros le tomó un mes.
En ese lapso enfrentó muchas adversidades entre ellas las condiciones climáticas, los peligros del transporte, las agresiones de parte de autoridades, pero también de parte de delincuentes pertenecientes a carteles del narcotráfico.
Así pues la difícil situación lo obligó a desertar en su “sueño americano” y ahora espera volver a la Ciudad de México, por ello en su camino de vuelta pasó nuevamente a la casa del migrante para tomar un alto, comer y descansar, para posteriormente retomar su viaje hasta la capital del país.
Ahí espera obtener algún permiso de las autoridades mexicanas para permanecer en el territorio y buscar un empleo a fin de generar ingresos y enviarlos a sus tres hijos y su mamá, quienes lo guardan en Venezuela.
Explica que en su natal país la situación es complicada y debido a ello optó por salir del país, pero 10 años después no ha conseguido estabilidad económica, continúa en tránsito; ahora no tiene dinero, ya ha vendido su celular para costear los pasajes y la comida en su camino de regreso a la Ciudad de México, pero afirma que aunque le cueste lo logrará. *NI*