Tailandia: palacios, elefantes y mucho más.
5a parte
*De regreso a Bangkok
No podemos decir que el viaje fue excelente pero mal no estuvo, se sintió un poco de frío, los sanitarios con dificultad para utilizarlos pues son como en otras partes de Asia, pero ya recorrimos la ruta establecida y aunque no llegamos a las seis son 20 minutos después y entrando a una amplia estación de ferrocarril en la capital de Tailandia.
Ya nos esperaba afuera el bus con nuestro incansable chofer, abordamos y ahora viajamos por cerca de dos horas para conocer el llamado mercado flotante, pero primero bajamos para desayunar y conocer otro atractivo del viaje: el mercado del tren.
Se trata de un tianguis a lo largo tal vez de medio kilómetro, con una diferencia que tal vez lo haga único en el mundo, en medio de los puestos pasa el ferrocarril, hecho que hace recoger rápidamente sus mercancías y lonas a los vendedores. El ferrocarril, nos dicen, pasará a las 11 de la mañana, hay tiempo entonces para desayunar en uno de los muchos restaurantes que se ven aquí en la zona.
Sencillos los alimentos con un detalle. Nos presentan una cuenta de 2500 bahts, los hijos la revisan y resulta que lo correcto a pagar son 1470. Pasados los minutos escuchamos un comentario con hechos similares de una familia compañera de viaje. No ahondamos en el tema y queremos pensar que sólo fue un doble error.
Mientras llega la hora, recorremos el mercado y apenas 10 minutos después de las 11 avanza lentamente el tren, una máquina en tonos rojos y naranjas lleva tal vez cinco vagones con mucha gente, pasajeros que curiosos se asoman para ver la multitud que esperábamos ver su paso.
No sabemos si alguna vez haya habido algún accidente, pero sí resulta curioso observar cómo se recogen rápidamente los puestos y el paso del ferrocarril apenas a unos centímetros de la gente y de la mercancía.
Esta escena nos hizo recordar lo ocurrido hace algunos meses en Nopala, a 50 kilómetros de Tula, cuando el paso del ferrocarril conocido como la emperatriz de Canadian Pacific, golpeó y mató a una descuidada mujer que pretendía tomarse una selfie al paso de la máquina.
Subimos al bus y después de unos 15-20 minutos llegamos a otro mercado, es el flotante, floating market, dice una enorme manta que vemos a manera de bienvenida. Aquí el atractivo es subir en una pequeña embarcación, que en nuestro caso vamos justo a las 5.
En otras épocas en Tailandia este tipo de comercio fue muy común, vendedores y compradores viajan por las redes fluviales y se convierten en los principales conductos comerciales. Claro los productos se ofrecen en las lanchas y en locales que están a las orillas del río, hay de todo en este lugar que nos hace recordar nuestro Xochimilco y sus trajineras.
Regresamos al punto de salida y hay tiempo para conocer más de la zona. Mientras la familia ve y adquiere algo yo compro por 100 bahts una cerveza de envase verde, Chang de nombre y que de sabor no está mal. Por cierto y que como en otras partes del mundo también hay cerveza corona para no extrañar México. Ah, durante el paseo por agua compre un elote asado, a 50 bahts, de buen sabor, también para no añorar mucho a nuestra tierra.
Con esta visita al mercado flotante termina nuestro programa, vamos al hotel, justo al Grand Howard que ya conocemos, son las 3 de la tarde del sábado 14 de diciembre y planeamos con la familia qué plan de aquí a mañana domingo cuando a las 4 de la tarde pasarán por nosotros para acercarnos al aeropuerto de vuelta a casa.
Lo primero es recibir la habitación, darnos un duchazo porque en la mañana no hubo tal y decidimos que vamos a ir a la lucha. Ya les platicaré.
La función comenzó desde las 7.45 de la noche, nosotros llegamos justo al empezar; pero antes pasamos a cenar a un enorme centro comercial de 17 pisos. No había visto algo de estas dimensiones. De comida ahora fueron hamburguesas, a petición de la familia. En taxi la primera parte del viaje, al igual que la segunda y ya estamos en el Rajadamnern Stadium, no es muy grande tal vez para menos de cinco mil personas. Está casi al 90 por ciento de su capacidad. 1500 bahts es el costo de entrada por persona.
Nos dan un tríptico a colores en donde se anuncian las peleas o luchas, “Bienvenidos al primer estadio de Muay Thai del mundo”. La fiesta comienza cuando se enfrentan un tailandés y un francés. Son tres rounds de tres minutos cada uno. Los contendientes usan guantes más ligeros que para el box y descalzos. Los golpes con pies y manos. Gana el francés.
Estar en esta función de box, o muay thai, nos hace recordar que hace muchos años en México -tal vez 40- se escuchó mucho el nombre de un boxeador de este país. Charcay Chinoy, con el riesgo de no haber escrito bien su nombre pero recuerdo que sostuvo memorables peleas con mexicanos, tal vez Rubén Olivares, Chucho Castillo.
Vemos todavía dos peleas más y una tercera de mujeres: Barbara Aguial de Brasil contra Kwanji de Tailandia, los rounds nos parecen más cortos, pero son más de tres, pues en el cuarto la brasileña le atiza un codazo a la local, le viene una hemorragia del lado izquierdo de la cabeza, se va a la lona de forma bastante aparatosa y ahí termina la pelea.
Entendemos que se jugaba un campeonato, porque la alegría de la vencedora es enorme y al final le colocan un vistoso cinturón. Vienen tres peleas más pero nosotros nos vamos de regreso para llegar en taxi al hotel en 35 minutos a cambio de 300 bahts.
Mañana es domingo 15 de diciembre y es día ya de nuestro regreso a casa Dios mediante. *NI*