*Venezuela libre.
Por Magda Olguín
Venezuela experimentó un lunes de temor e incertidumbre. Tras las elecciones presidenciales, en las que, según el Consejo Nacional Electoral, Nicolás Maduro obtuvo el título de ganador para un nuevo mandato, hubo manifestaciones en diversos lugares del país y se incrementaron las solicitudes para confirmar el resultado electoral con plena transparencia.
Nicolás Maduro Moros es una figura clave en la historia reciente de Venezuela. Nacido el 23 de noviembre de 1962 en Caracas, comenzó su carrera política como conductor de autobuses y sindicalista, antes de integrarse en el Movimiento V República, fundado por Hugo Chávez.
Maduro ascendió rápidamente en el gobierno de Chávez. En 2006, fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores, donde se destacó por su lealtad a Chávez y su enfoque en fortalecer las relaciones con países aliados. En 2012, fue designado vicepresidente de Venezuela.
Tras la muerte de Hugo Chávez en marzo de 2013, Maduro asumió la presidencia interina y ganó las elecciones presidenciales en abril de 2013 con un estrecho margen. Su mandato ha estado marcado por una profunda crisis económica, caracterizada por hiperinflación, escasez de productos básicos y una drástica caída del PIB.
En 2018, Maduro fue reelegido en unas elecciones ampliamente cuestionadas tanto dentro como fuera del país, con acusaciones de fraude electoral y falta de transparencia.
El gobierno de Maduro ha enfrentado críticas por su manejo de la economía, con políticas que muchos analistas consideran que han exacerbado la crisis económica. La inflación ha alcanzado niveles sin precedentes, y millones de venezolanos han emigrado en busca de mejores condiciones de vida.
Organizaciones internacionales han acusado a su gobierno de violaciones a los derechos humanos, incluyendo la represión violenta de manifestaciones, detenciones arbitrarias y torturas.
Maduro ha mantenido una postura desafiante frente a las sanciones internacionales impuestas por países como Estados Unidos y la Unión Europea. Ha buscado el apoyo de aliados como Rusia, China y Cuba para contrarrestar estas sanciones.
En enero de 2019, el líder opositor Juan Guaidó se autoproclamó presidente interino, obteniendo reconocimiento de más de 50 países, incluidos Estados Unidos y varios miembros de la Unión Europea. Sin embargo, Maduro ha mantenido el control efectivo del aparato estatal y las fuerzas armadas.
Maduro sigue siendo una figura divisiva en Venezuela. Sus partidarios lo ven como un protector de la herencia chavista y un defensor de la soberanía nacional contra la injerencia extranjera. Sus detractores lo acusan de dictador y lo responsabilizan de la crisis humanitaria que atraviesa el país
Las elecciones en Venezuela han sido un tema de gran controversia en los últimos años. Tras la muerte de Hugo Chávez en marzo de 2013, se convocaron elecciones presidenciales. Nicolás Maduro, quien había sido designado por Chávez como su sucesor, ganó con un estrecho margen contra el candidato de la oposición, Henrique Capriles Radonski. Maduro obtuvo el 50.61% de los votos frente al 49.12% de Capriles, en unas elecciones marcadas por acusaciones de fraude y manipulación.
En diciembre de 2015, se llevaron a cabo elecciones parlamentarias en las que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), una coalición de partidos opositores, logró una contundente victoria al obtener una mayoría calificada de dos tercios en la Asamblea Nacional. Esta fue la primera vez en 16 años que la oposición obtuvo el control del Parlamento, lo que marcó un punto de inflexión en la política venezolana.
En julio de 2017, el gobierno de Maduro convocó a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) para redactar una nueva constitución. La elección fue boicoteada por la oposición y ampliamente criticada a nivel internacional, siendo considerada como un intento del gobierno de Maduro para consolidar su poder. La ANC fue conformada por 545 miembros, todos aliados del gobierno.
En mayo de 2018, Nicolás Maduro fue reelegido en unas elecciones anticipadas y cuestionadas por la comunidad internacional. La oposición mayormente boicoteó las elecciones, y los principales líderes opositores fueron inhabilitados o encarcelados. Maduro ganó con el 67.8% de los votos en un proceso que fue calificado de fraudulento y que llevó a varios países y organizaciones internacionales a desconocer los resultados.
En diciembre de 2020, se realizaron elecciones parlamentarias también marcadas por la controversia. La oposición, liderada por Juan Guaidó, llamó a la abstención, y el gobierno de Maduro logró retomar el control de la Asamblea Nacional con una participación del 31%, según cifras oficiales. La baja participación y la falta de observadores internacionales independientes llevaron a cuestionar la legitimidad de estos comicios.
La situación política en Venezuela sigue siendo tensa, con un gobierno que mantiene el control institucional y una oposición que continúa buscando vías para restaurar la democracia en el país. Las sanciones internacionales y la crisis económica han exacerbado las dificultades para la población venezolana, lo que ha llevado a un éxodo masivo de ciudadanos buscando mejores condiciones de vida en el extranjero.
Tras las elecciones del domingo, es evidente que los dictadores llegan por la democracia, pero no se marchan por la democracia. Es demasiado agradable pensar que cuando las encuestas de salida indicaban que Edmundo González aventajaba con un 67% de los votos y que Maduro tenía un 30%, reconocería su derrota y que Venezuela mantendría la calma.
No obstante, con todo y su crimen cometido y un estudio que lo declara vencedor con un 51% de los votos sobre el 44% de González, Nicolás Maduro continuará atacando a los venezolanos con una inflación del 193%, un éxodo de 7.7 millones que se traduce en familias desmembradas, y un 20% de sus niños sumergidos en la desnutrición.
Elegir la continuidad de esto después de 25 años, sería un suicidio. Por eso es importante atender la última declaración de González en la que denuncia que “se violaron todas las normas en esta elección, al punto de que no han sido entregadas la mayoría de las actas”.
Por eso es que Estados Unidos, la UE, España, Chile y Colombia piden que se verifiquen los resultados en Venezuela. Porque como bien lo dice el izquierdista Gabriel Boric en Chile “el régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer”.
Esta vez el dictador nacido en Colombia que dice que habla con el espíritu de Hugo Chávez convertido en pájaro, no la tendrá tan fácil, y aquí es donde además por lo visto entra un componente geopolítico. La división global se encarna en Venezuela y cada quien elige el lado del que quiere aparecer en la historia.
De hecho, Maduro, también hizo lo propio denunció una “operación de intervención en contra del proceso electoral” por parte de un grupo de gobiernos y poderes extranjeros entre los que señala a los de Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y República Dominicana. Usa la geopolítica para generar paranoia, pero ni con eso su victoria resulta creíble.
Una dictadura como la de Venezuela no se irá con votos ni con elecciones, las acciones iniciadas por el pueblo venezolano son el principio de un conflicto interno en ese país que se vislumbra con pocas posibilidades de terminar en poco tiempo… una Venezuela libre que aún se ve muy lejana, pero no imposible.
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